La Oficina de Prensa del Vaticano dio a conocer el texto íntegro de la oración que rezó el Papa Francisco en el Vía Crucis en el Coliseo Romano, lugar en el que se realizó este evento luego de dos años de realizarse en la Plaza de San Pedro.

El Vía Crucis, señala el Vaticano, se inició alrededor de las 9:15 p.m. (hora local) y fue presidido por el Santo Padre.

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"El texto de las meditaciones y de las oraciones propuestas este año para las estaciones del Vía Crucis de Viernes Santo en el Coliseo fueron confiadas por el Papa Francisco a algunas familias vinculadas a comunidades y asociaciones católicas de voluntariado y asistencia", indica la Oficina de Prensa del Vaticano.

A continuación, la oración compuesta por el Papa Francisco que rezó al final del Vía Crucis:

Padre misericordioso,
que haces salir el sol sobre buenos y malos,
no abandones la obra de tus manos,
por la que no has dudado
en entregar a tu único Hijo,
nacido de la Virgen,
crucificado bajo Poncio Pilato,
muerto y fue sepultado en las entrañas de la tierra,
resucitó de entre los muertos al tercer día,
se apareció a María Magdalena,
a Pedro, a los demás apóstoles y discípulos,
y siempre está vivo en la santa Iglesia,
que es su Cuerpo viviente en el mundo.

Mantén encendida en nuestras familias
la lámpara del Evangelio,
que ilumina alegrías y dolores,
cansancios y esperanzas;
que cada casa refleje el rostro de la Iglesia,
cuya ley suprema es el amor.
Por la efusión de tu Espíritu,
ayúdanos a despojarnos del hombre viejo,
corrompido por pasiones engañosas,
y revístenos del hombre nuevo,
creado según la justicia y la santidad.

Tómanos de la mano, como un Padre,
para que no nos alejemos de Ti;
convierte nuestros corazones rebeldes a tu corazón,
para que aprendamos a seguir proyectos de paz;
haz que los adversarios se den la mano,
para que gusten del perdón recíproco;
desarma la mano alzada del hermano contra el hermano,
para que donde haya odio florezca la concordia.

Haz que no nos comportemos como enemigos de la cruz de Cristo,
para que participemos en la gloria de su resurrección.

Él, que vive y reina contigo,
en la unidad del Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos.
Amén.