La madre del beato Carlo Acutis, Antonia Salzano, expone con sencillez la verdad sobre la vida de su hijo, a quien recuerda como "un chico normal, como todos. Naturalmente, normal en lo que Jesús nos manda. Era normal en la santidad. Amaba y jugaba".
Desde muy pequeño, había algo en Carlo Acutis que le señalaba como alguien especial. Tanto, que desde su más tierna infancia, "cuando pasábamos ante una iglesia, Carlo quería siempre entrar para saludar a Jesús en la Cruz, la Virgen María, el Tabernáculo", explica Antonia Salzano.
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Esta forma de devoción precoz resultaba inaudita para su madre: "Esta fe era increíble, porque yo no era muy creyente", reconoce.
De hecho, hasta verse interpelada por su hijo, Antonia tan solo había comulgado tres veces en su vida: al recibir la Eucaristía en su Primera Comunión, cuando celebró su Confirmación y el día de su boda. Sin embargo, "Carlo nació y todo cambió".
Es justamente el relato de esta transformación el que sirve de hilo conductor a "El Cielo no puede esperar", la primera película sobre la vida del joven beato, que se estrena este viernes en España.
Las fechas de exhibición en América ya están previstas: México y Colombia, 2 de marzo; Centroamérica, día 9; a Perú llega el 16, y a los Estados Unidos el 17. Se prevé que a finales de mes la película esté disponible en todo el continente.
Días antes de la llegada a España de Antonia Salzano, que tiene agendada una gira de presentación de la película, conversa desde su casa con ACI Prensa.
El asombro del inicio
En efecto, todo había cambiado con la llegada de Carlo, que le preguntaba sobre la fe a su madre. "Esto me molestaba mucho", reconoce, porque ponía en evidencia su falta de coherencia y conocimientos.
Sin embargo, "estos son los secretos de Dios, que escribe recto con renglones torcidos", puntualiza.
Al poco de fallecer el padre de Antonia de forma repentina, Carlo hizo un comentario sorprendente al levantarse una mañana: "Me dijo un día -tenía cuatro años y medio- que había visto a mi padre y que le había pedido rezar por él porque estaba en el purgatorio. Esto me turbó", recuerda.
Una amiga le recomendó hablar con un sacerdote conocido como "el Padre Pío de Bolonia", con el don de discernimiento de espíritus, con el que se confesó y que le dijo que Carlo era "un niño muy especial que tenía una misión para la Iglesia muy importante".
Antonia señala que, si se detiene en detalles sobre su propia conversión, es con la intención de resaltar que Carlo "abría de par en par la puerta de su corazón a Dios y su vida ordinaria se convertía en extraordinaria".
A su juicio, el beato era "un testimonio viviente de la presencia real de Dios en su vida. Todo lo que hacía era por Jesús, en Jesús y con Jesús. Esto era increíble".
Tanto que cambió la mirada de su madre respecto de la Eucaristía: "Antes yo era como una protestante. Pensaba que todo era ritual, simbólico, que no había nada concreto. Carlo fue el instrumento para hacerme comprender".
Maestro en la coherencia
Miles de jóvenes -y no tanto- tienen al Beato Acutis como una referencia, le consideran un maestro de vida. También para su madre, "porque la coherencia de Carlo en todo lo que hacía era increíble".
Así, Antonia esboza la imagen de "un niño siempre obediente y generoso, que rezaba", al que permitieron comulgar a los 7 años por su madurez, y que tenía por lema "estar siempre unido a Jesús es mi programa de vida".
Y bien que lo cumplió, detalla su madre: "Iba todos los días a Misa. Antes o después, hacía la Adoración Eucarística. Rezaba el Rosario, leía la Sagrada Escritura y vidas de santos". Cuando salían de viaje, la premisa esencial era saber "dónde estaba la iglesia más cercana para no perder la Misa. Esa era la preocupación de Carlo".
Pero, al mismo tiempo, "era un chico normal, como todos los chicos. Naturalmente, normal en lo que Jesús nos manda. Era normal en la santidad. Amaba y jugaba", resume su madre.
"El camino de la santidad es una batalla"
Antonia asegura que, además de una intensa vida de oración, Carlo "era muy concreto, aunque fuera un místico". Y añade: "Hacía mucho esfuerzo por santificarse", por vivir las virtudes en grado heroico.
Antonia rememora que "Carlo daba mucha importancia a luchar por mejorar, por poner a Dios de verdad en el primer lugar de su vida. Decía: 'De qué vale ganar mil batallas si después no soy capaz de vencerme a mí mismo'".
Esto era así porque entendía que "el camino de la santidad es realmente una lucha, una batalla que tenemos que combatir".
Carlo y los sacramentos
La pregunta que surge a continuación es: "¿Cuál era el medio de Carlo para llegar a este objetivo? Los sacramentos", asegura Antonia, quien al mismo tiempo explica que el beato se confesaba cada semana y pedía recibir la Unción de Enfermos cada año. "Estoy enfermo, porque mi alma está herida", comentaba.
Pero, por encima de todos, el sacramento de la Eucaristía, a la que Carlo llamaba "mi autopista hacia el cielo". No en vano dedicó parte de su tiempo y habilidades informáticas a fomentar el conocimiento de los milagros eucarísticos a través de una exposición itinerante que ya ha recorrido medio mundo.
Para Carlo, "nosotros tenemos más suerte que los que habitaron con Jesús más de 2.000 años atrás". La razón que aducía, según narra su madre, es que "cuando estaba en la Tierra no era muy sencillo tocar y hablar a Jesús".
Sin embargo, "para nosotros es más simple, porque es suficiente salir de nuestra habitación e ir a la iglesia más cercana. Ahí tenemos a Jerusalén con nosotros, en los Tabernáculos", detalla.
Carlo también fue tentado
A pocos días de comenzar su periplo de presentación de "El Cielo no puede esperar", cuenta Antonia Salzano que "Carlo Amaba mucho a España" y que quería aprender el idioma.
La madre del beato se muestra convencida de que la película dirigida por José María Zavala puede resultar beneficiosa, en especial para los más jóvenes.
"Carlo puede ser un ejemplo muy bueno, porque es un niño que ha vivido todo lo que ellos viven", incluidos "los peligros como la pornografía, la droga o el alcohol".
Sin embargo, Antonia apunta que Carlo "pasó entre estas serpientes" sin caer, "porque tenía esta presencia de Dios en su vida". Por eso considera que "es un ejemplo de esperanza", una señal de que "podemos ser santos también en el tercer milenio".
Reencuentro en el cielo
Los dos hermanos de Carlo Acutis, que no llegaron a conocerlo, "aman mucho a Jesús y van a Misa casi todos los días" siguiendo su ejemplo. "Pero lo viven con naturalidad, no como una presión", advierte su madre, que sabe que rezan por su canonización.
No son los únicos. "Cada dos días nos llega la noticia de un posible milagro, una curación o una conversión", explica Antonia. Le cuentan en el Discaterio para las Causas de los Santos que "cuando hay un candidato a la canonización es normal que esté dando muchos signos".
Mientras llega ese momento, Antonia Salzano anhela el reencuentro en la vida eterna con su primogénito: "Lo espero. El problema es que si yo voy al purgatorio y Carlos está en el Cielo, será un poco difícil", bromea.