La Basílica de San Pedro acogió hoy a miles de fieles armenios que asistieron a la celebración de una Misa a las 9 de la mañana en Roma por los 100 años del martirio armenio.
Entre 1915 y 1923 fueron asesinados más de un millón y medio de armenios a manos del imperio turco, por causa de su fe. Muchos otros sufrieron una dura persecución.
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Al comienzo de la celebración, el Santo Padre pronunció algunas palabras a modo de saludo, calificó la tragedia armenia de "genocidio" y recordó otras masacres y el sufrimiento que viven en la actualidad miles de cristianos en todo el mundo a causa de su fe.
"En varias ocasiones he definido este tiempo como un tiempo de guerra, una tercera guerra mundial 'a trozos', en la que asistimos cada día a crímenes atroces, a masacres sanguinarias y a la locura de la destrucción".
"Por desgracia –continuó– todavía hoy sentimos el grito sofocado y descuidado de tantos de nuestros hermanos y hermanas impotentes, que a causa de su fe en Cristo o de su pertenencia étnica son públicamente y atrozmente asesinados –decapitados, crucificados, quemados vivos- o forzados a abandonar sus tierras", dijo en referencia a las actuaciones del autodenominado Estado Islámico (ISIS) en Irak y Siria.
El Papa llamó a esto "genocidio causado por la indiferencia general y colectiva, por el silencio cómplice de Caín que exclama: '¿A mí qué me importa?'; '¿Soy quizás yo el custodio de mi hermano?'".
El Pontífice señaló que "nuestra humanidad vivió en el siglo pasado tres grandes tragedias inauditas: la primera, aquella que generalmente viene considerada como 'el primer genocidio del siglo XX'", como dijo San Juan Pablo II en 2001. "Ésta golpeó vuestro pueblo armenio –primera nación cristiana- junto a siro-católicos y ortodoxos, a los asirios, a los caldeos y a los griegos", aseguró el Papa.
Francisco recordó que "fueron asesinados obispos, sacerdotes, religiosos, mujeres, hombres, ancianos e incluso niños y enfermos indefensos".
Las otras dos tragedias "fueron las perpetradas por el nazismo y el stalinismo. Y más recientemente otros exterminios en masa, como los de Camboya, Ruanda, Burundi o Bosnia".
"Y todavía parece que la humanidad no es capaz de cesar de verter sangre inocente. Parece que el entusiasmo construido al final de la II Guerra Mundial está desapareciendo y disolviéndose. Parece que la familia humana rechaza aprender de sus propios errores causados por la ley del terror; y así todavía hoy existe quien busca eliminar a los que son como él, con la ayuda de algunos y con el silencio cómplice de otros que permanecen de espectadores".
Tras estas duras palabras, el Papa también quiso destacar que "todavía no hemos aprendido que 'la guerra es una locura, una masacre inútil'".
Dirigiéndose directamente a los armenios, explicó que "hoy recordamos con el corazón perforado de dolor, pero colmado de la esperanza en el Señor Resucitado, el centenario de aquél trágico evento, de aquel enorme exterminio, que sus antepasados sufrieron cruelmente".
A los fieles armenios aseguró que "recordarlo es necesario" porque "si no hay memoria significa que el mal todavía tiene abierta la herida; esconder o negar el mal es como dejar que una herida continúe sangrando sin curarla".
El Papa finalizó pidiendo profesar "que la crueldad nunca puede ser atribuida a la obra de Dios, incluso más, absolutamente no se debe encontrar en su Santo Nombre justificación alguna".