El Cardenal Jorge Urosa Savino, Arzobispo Emérito de Caracas (Venezuela) escribió una reflexión sobre el futuro beato José Gregorio Hernández y afirmó que fue realmente un hombre de Dios.
"'Venezuela está de fiesta', ha dicho acertadamente el Cardenal Baltazar Porras, Administrador Apostólico de Caracas, al anunciar la aprobación del milagro presentado ante los organismos de la Iglesia en Roma. Una gran alegría nos embarga a todos los católicos venezolanos y a gran parte del pueblo no católico", escribió el Cardenal Urosa en un artículo titulado "José Gregorio Hernández, hombre de Dios" que envió a ACI Prensa este 23 de junio.
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El artículo del Cardenal Urosa se publica unos días después de que el Papa Francisco aprobó, el 19 de junio, el decreto que reconoce un milagro obrado por la intercesión del doctor José Gregorio Hernández y que permitirá su beatificación.
"Yo personalmente me siento muy contento. Como venezolano y sobre todo por haber trabajado como vicepostulador de su causa de beatificación desde junio de 1984 hasta mayo de 1990, y luego como principal actor o responsable de la misma en mi condición de Arzobispo de Caracas desde noviembre de 2005 hasta julio de 2018, anhelaba profundamente ese regalo de Dios para nuestra Iglesia y nuestra Patria", indicó el Purpurado.
Tras resaltar que José Gregorio Hernández fue "un extraordinario profesional de la medicina, médico de los pobres, investigador científico y profesor universitario, ciudadano cabal y ejemplar en la práctica de las virtudes cívicas de honestidad, patriotismo, responsabilidad social, servicio a la comunidad, ejemplo de conducta familiar", el Cardenal destacó que lo más importante no es eso sino su dimensión religiosa, que es "el punto indispensable para la beatificación".
"José Gregorio fue un hombre de una intensa vida religiosa, espiritual, y de práctica constante de virtudes teologales de fe, esperanza y caridad. Él fue, realmente, un hombre de Dios", destacó el Cardenal Urosa.
El Arzobispo Emérito de Caracas recordó también que el llamado médico de los pobres "vivió permanentemente unido a Dios a través de una fe viva, profunda, y ardiente, que lo movió siempre a hacer el bien. Que tuvo una esperanza en Dios muy firme en medio de las dificultades; que expresó su amor a Nuestro Señor a través de una vida de intensa piedad religiosa y en el amor al prójimo".
"Era hombre de Misa diaria, de oración personal, muy devoto de la Santísima Virgen María, a la que alababa con el rezo diario del Santo Rosario. Una persona que vivía siempre pensando en Dios, mientras realizaba a la perfección las tareas propias de su profesión médica y los deberes de sus compromisos académicos".
"Su conducta –continuó el Cardenal– se puede catalogar de vivencia heroica de las virtudes precisamente porque vivió intensamente unido a Dios".
Esto, prosiguió el Purpurado venezolano, "es importante que lo destaquemos, pues muchas veces nos quedamos en señalar el exacto cumplimiento de sus tareas profesionales y sus deberes cívicos, y no destacamos suficientemente lo que constituye la esencia de la santidad: la viva unión con Dios, el seguir e imitar a Jesucristo intensamente en el cumplimiento de la divina voluntad".
"En una palabra, ser una mujer o un hombre de Dios. Así fue José Gregorio. Sin duda él fue un ciudadano ejemplar, un gran profesor, excelente investigador, médico certero y generoso, lleno de caridad. Pero también mucho más que eso: un hombre de Dios"
El Cardenal alentó luego a prepararse en los próximos meses "para celebrar su beatificación. Sintamos el deseo de imitarlo en la vivencia del amor a Dios, de nuestra fe cristiana y católica, con una intensa piedad, con la práctica religiosa, con la vivencia de los 10 mandamientos, con la escucha y cumplimiento de la Palabra de Dios".
"Ese –concluyó– es el camino hacia la santidad y la felicidad. José Gregorio fue, entre otras cosas, un hombre de Dios. ¡Imitémoslo!".