Las autoridades católicas patrocinadas por el estado en algunas partes de China emitieron regulaciones sobre la reapertura de iglesias durante la pandemia de coronavirus, entre las cuales, se incluye el requisito de predicar sobre el "patriotismo" para poder reabrir.
En la provincia oriental de Zhejiang, la Asociación Patriótica Católica China (CPCA por sus siglas en inglés), controlada por el Gobienro, y el comité de administración educativa católica china de la provincia, emitieron un comunicado el 29 de mayo sobre la reanudación de la Misa para la siguiente semana.
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El texto indica que solo los "lugares religiosos que cumplan con las condiciones de prevención de epidemias" puedan celebrar la Misa a partir del 2 de junio. Entre estas condiciones estaba el requisito de agregar "patriotismo" a la celebración de la liturgia.
Los católicos chinos locales, en declaraciones a UCA News, calificaron las nuevas medidas de inapropiadas.
"El primer requisito en el aviso es enseñar una buena lección sobre el patriotismo. Es incorrecto. Como miembros de la Iglesia Católica universal, no podemos aceptar y glorificar lo que los comunistas consideran educación patriótica", dijo a UCA News el P. Liu, de la provincia de Hebei.
Un católico de Wenzhou llamado Jacob Chung aseguró que la medida representa una interferencia gubernamental adicional "en los asuntos internos de la religión".
El Partido Comunista de China busca "reprimir y transformar" la Iglesia Católica en China para promover mejor los valores comunistas, agregó.
China ha reabierto lentamente las instituciones a raíz de la pandemia de coronavirus, incluidos los servicios religiosos. Las regulaciones difieren según la provincia, y algunas parroquias deben verificar las temperaturas de los fieles antes de que se les permita ingresar al edificio.
En Sichuan, aquellos que buscan ir a la iglesia deben obtener el permiso de un funcionario del gobierno.
Las nuevas reglas se producen cuando el gobierno chino toma medidas cada vez más fuertes para promover la "sinicización" en la práctica de la religión, es decir, la campaña gubernamental para adaptar todas las religiones a la cultura y al comunismo chino.
En 2019, la Agencia de Noticias Xinhua informó que un miembro del Comité Permanente del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de China había supervisado una reunión que debatió sobre la creación de una traducción de las Escrituras que esté en línea con su ideología política.
Según los informes, la reunión incluyó a "personas religiosas del nivel de base" y académicos. Su objetivo era crear "interpretaciones precisas y autorizadas de las doctrinas clásicas para mantener el ritmo de los tiempos".
Para lograr este objetivo, los pasajes que se han determinado que violan los "valores socialistas centrales" del partido serían eliminados de textos como la Biblia y el Corán.
El partido comunista busca "crear una nueva versión del cristianismo desprovisto de sus visiones y valores trascendentes", dijo Xi Lian, profesor de la Escuela de Divinidad de la Universidad de Duke, al Wall Street Journal.
Desde su llegada al poder en 2013, el presidente chino, Xi Jinping, ha ordenado la "sinicización" de todas las religiones en China, una medida que la Comisión de Estados Unidos sobre Libertad Religiosa Internacional llamó "una estrategia de largo alcance para controlar, gobernar y manipular todos los aspectos de fe en un molde socialista infundido con 'características chinas'".
El gobierno chino está en medio de la implementación de un "plan de sinicización" de cinco años para el Islam, una religión que se ha enfrentado a una mayor persecución en el país con al menos 800.000 musulmanes uigures detenidos en campos de internamiento.
La aceptación católica del programa de "sinicización" ha sido un tema muy discutido después de la formalización del acuerdo del año pasado entre el Vaticano y China, que regularizó los obispos designados por el gobierno del país con la Santa Sede.
Anteriormente, los obispos afiliados a la "Asociación Católica Patriótica China" fueron consagrados ilícitamente y fuera de la comunión con Roma.
En 2019, el Cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado del Vaticano, dijo que la "inculturación", una práctica misionera católica, y la "sinicización" pueden ser "complementarias" y "pueden abrir caminos para el diálogo".
"La inculturación es una condición esencial para una proclamación sólida del Evangelio que, para dar fruto, requiere, por un lado, salvaguardar su pureza e integridad auténticas y, por otro, presentarla de acuerdo con la experiencia particular de cada pueblo y cultura", dijo.
"Estos dos términos, 'inculturación' y 'sinicización', se refieren entre sí sin confusión y sin oposición", agregó.
No se han publicado los términos completos del acuerdo entre el Vaticano y China.