Cada 14 de diciembre se recuerda a San Nemetala Al-Hardini, monje libanés perteneciente a la Iglesia Católica maronita. San Nemetala es modelo de sabiduría espiritual y ejemplo de entrega a la vida de oración penitente. Fue, además, un fervoroso devoto de la adoración eucarística.

Nemetala nació en la región de Hardin, al norte del Líbano, en 1808. Junto a sus cinco hermanos fue educado según la tradición católica maronita, desarrollando un profundo amor a Dios y a la Iglesia universal.

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La familia de Nemetala cultivaba el hábito de la oración constante y, por lo tanto, la consciencia de que la vida debe tener a Dios como centro. El fruto de tan rica educación fue el surgimiento de varias vocaciones en el seno familiar. Tres de sus hermanos abrazaron también el camino del sacerdocio y vida monástica.

Amor a los libros, amor a su tradición

Entre 1816 y 1822 inició sus estudios en la escuela católica de los monjes de San Antonio Abad en el pueblo de Houb. En 1828 ingresó al monasterio de San Antonio Ishaia donde tomó el nombre de P. Nimatullah Kassab Al-Hardini. Allí, se dedicó a la oración y al trabajo manual, dedicándose al oficio que aprendió en el monasterio: la encuadernación de libros y manuscritos.

Amor a la liturgia y formación

San Nemetala fue ordenado sacerdote en 1833. Como presbítero era especialmente cuidadoso con la liturgia, convencido de que el sacerdote siempre debe esforzarse por ser reverente con Cristo sacramentado. Mientras se mostraba severo y duro consigo mismo, era misericordioso e indulgente con sus hermanos.

Radical en su entrega, concebía la santidad en términos de comunión con Dios y los hermanos. Nemetala solía decir: "La primera preocupación de un monje debe ser, día y noche, no herir o afligir a sus hermanos".

Fue maestro de monjes en el monasterio de Kfifan - tuvo entre sus discípulos nada menos que a San Charbel Makhlouf- y fue miembro, hasta en tres oportunidades, del Consejo General de la Orden Maronita; sin embargo, nunca dejó su humilde oficio de encuadernación.

Murió en el monasterio de Kfifan en 1858, a la edad de 50 años. Fue beatificado en 1998 y canonizado en 2004 por San Juan Pablo II. Sus restos incorruptos yacen en el monasterio de Kfifan (Líbano).

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