Este 14 de febrero se celebra a San Valentín, santo patrono del amor. Por ello te presentamos algunas frases cariñosas que parejas de esposos santos y beatos se dedicaban y que pueden inspirar tu relación.
1. Los santos esposos y su amor a primera vista:
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En el libro "La santidad en las familias del mundo" se cuenta que San Louis Martin y Santa Zélie, padres de Santa Teresita del Niño Jesús, se conocieron en 1858 en Francia. Ella quedó impresionada con el porte de Louis, quien tenía un taller de relojería.
Aquello fue amor a primera vista. Luego de 3 meses de novios se casaron y tuvieron nueve hijos. Cuatro murieron en la infancia y las cinco hijas que sobrevivieron se convirtieron más adelante en religiosas.
En una ocasión, Louis le mandó una carta a su esposa desde París, en la que le decía: "Querida amiga, no podré llegar a Alençon hasta el lunes; el tiempo me parece largo y estoy deseando estar cerca de ti… Os abrazo a todos de corazón, esperando la felicidad de reunirme con vosotros… Tu esposo y verdadero amigo, que te ama para toda la vida".
Esta llama del amor permaneció encendida después de diez años de casados. En una carta de Zélie a su esposo se puede leer: "Te sigo con mi mente todo el día. Me digo a mí misma, 'Debe estar haciendo esto ahora'".
"Me parece que falta tanto para volver a estar contigo, mi querido Louis: te amo con todo mi corazón y siento que mi amor se duplica por la privación que siento de tu presencia; me sería absolutamente imposible vivir lejos de ti".
Zélie murió con tan solo 46 años y Louis quedó a cargo de sus hijas, a quienes se dedicó por completo. Ambos fueron declarados santos en 2015 por el Papa Francisco.
2. Los beatos unidos por una estampita
Los beatos Luigi Beltrame Quattrocchi y Maria Corsini se conocieron siendo jóvenes, a finales del siglo XIX. Él estudió en Roma para abogado y ella en una escuela de negocios.
Un día, Luigi cayó enfermo de peritonitis y Maria le envió una estampa de la Virgen de Pompeya, con unas palabras que decían: "Esta es la imagen ante la que tanto he rezado y suplicado por su salud. Bésela cada noche y cada mañana y llévela siempre consigo".
Se dice que 47 años después, al morir Luigi, se pudo encontrar esta imagen guardada en las cosas que él siempre llevaba consigo.
Siendo novios, tuvieron que estar lejos por un tiempo. En una carta, Luigi le escribe: "Tu amor ha salvado (a mi alma) de una esterilidad que la habría matado".
Maria le respondió: "Nunca como en este momento he necesitado tanto estar cerca de ti, aferrarme a ti, con fuerza, llamarte, oírte hablar".
En el cuarto y último embarazo, los médicos determinan que Maria y su bebé podrían morir. Se le plantea a Luigi la posibilidad del aborto, pero él no acepta. Así nace una hermosa bebé, Enrica Beltrame Quattrocchi, quien hoy es considerada Venerable y está camino a los altares.
Años después, el beato pasó por una crisis espiritual y se puso celoso de que su esposa se dedicara tanto al servicio de Dios. Ella lo animó diciendo: "Mi Gino… Jesús es tan bueno y sólo nos pide una cosa, teniendo en cuenta nuestra debilidad: que anhelemos ser mejores".
"Siempre te apoyaré, te consolaré, te defenderé de las artimañas del enemigo. Yo misma, desde la tierra o desde el cielo, te presentaré a Dios como algo propio y Él te ayudará siempre… Te presto, por tanto, mi fe; te extiendo mis manos, y emplea todo esto para mantenerte recto en el camino".
Luigi se entregó por completo a la fe hasta su muerte, en 1951. Maria siguió amando a su esposo y encontró consuelo en la gracia de Dios hasta su propia partida al encuentro del Padre en 1965. Ambos fueron beatificados en 2001 por San Juan Pablo II.