El presidente de Francia, Emmanuel Macron, anunció el martes en la noche que desde el 28 de noviembre solo podrán participar 30 personas en los oficios religiosos, una decisión criticada por los obispos por ser "irrespetuosa" con la religiosidad de los católicos.
Macron dirigió anoche una alocución para anunciar que el país entrará en una nueva etapa de lucha contra la pandemia del COVID-19. Así, solo ciertas actividades podrán ser retomadas progresivamente, entre ellas la participación de los fieles en el culto, pero con un máximo de 30 personas.
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Frente a este anuncio, la Conferencia Episcopal Francesa (CEF), en cabeza de su presidente, Mons. Éric de Moulins-Beaufort, publicó un comunicado de prensa para mostrar su descontento con la medida tomada por el Estado Francés, calificándola de "irrealista, inaplicable e irrespetuosa de la realidad de la práctica religiosa de los católicos".
Indicó que los fieles expresan "decepción y sorpresa frente al anuncio realizado esta noche por el presidente de la República en lo concerniente a 30 personas autorizadas en el marco del ejercicio público del culto". "Esto no es para nada conforme a las discusiones que han tenido lugar estas últimas semanas con los respectivos ministros", en alusión al primer ministro Jean Castex, y el ministro del Interior, Gérald Darmanin.
Esto en referencia a que durante varios días una comisión de los obispos y de representantes de otros cultos trabajaron en un protocolo que fue presentado al Gobierno con la esperanza de que autorizara las actividades religiosas.
El protocolo proponía un espacio de cuatro metros cuadrados alrededor de cada fiel -como se venía haciendo desde el final del primer confinamiento-, y la ocupación parcial de un tercio de la capacidad de los templos. Por ello, la limitación a tan solo 30 personas no tiene en cuenta la capacidad de los templos. Esta sería una respuesta minimalista al clamor de los practicantes que anula el trabajo adelantado por los líderes religiosos.
Desde hace algunas semanas diferentes voces se han levantado pidiendo al Gobierno francés que autorice el culto durante el segundo confinamiento.
Mientras que los obispos y los representantes de los otros cultos se reunían con delegados del Gobierno, en las calles de diferentes localidades se organizaron oraciones a cielo abierto y manifestaciones pacíficas en las que centenares de feligreses clamaban: "¡Queremos la Misa!".