Provistas de mascarillas y guantes de látex para evitar contagios del coronavirus COVID-19, las religiosas de las Hermanas de la Cruz en Roma continúan incansables su labor misionera visitando a ancianos y enfermos solos que, de otra manera, estarían totalmente abandonados en sus casas durante el período de confinamiento decretado por el gobierno italiano hasta el 3 de abril.
Estas religiosas no han dudado ni un momento en que su obligación era seguir estando con los más necesitados de día y de noche. Únicamente han suspendido la visita a aquellos ancianos cuyas necesidades son menos urgentes y que se encuentran más lejos del centro histórico de Roma, donde tienen su residencia, para evitar desplazamientos largos en transporte público que puedan propiciar contagios.
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En el contexto actual de pandemia, los 135 enfermos que atienden en la capital italiana están muy preocupados, y así lo han percibido estas religiosas. Dejarles ahora solos supondría un perjuicio enorme para estas personas vulnerables.
Las religiosas les ayudan con la compra de alimentos, los limpian, les hacen tareas del hogar, les dan compañía. Por otro lado, la pandemia también ha afectado a esta congregación. En Roma son 7 religiosas, pero 2 de ellas se encontraban en Sevilla y ahora no pueden regresar debido al confinamiento de la población tanto en España como en Italia.
Además, las religiosas son muy conscientes de que la labor social debe estar acompañada de una intensa vida espiritual. Las visitas a ancianos y enfermos se alternan con momentos de oración y meditación. Ahora, además, rezan tres Rosarios al día para pedir por el fin de la epidemia.
Asimismo, para su labor caritativa, cada una sale con el certificado que el Ministerio del Interior les ha brindado para transitar por las calles de Roma. Además de tomar las medidas de precaución con las mascarillas y guantes.
Hasta el momento, nadie les ha impedido seguir recorriendo las calles y que incluso, desde Sevilla, sus hermanas les relataron que un policía las paró y ante la urgencia de socorrer a una anciana sola se limitó con decirles: "Entendido, pero tengan cuidado".
El Instituto de las Hermanas de la Compañía de la Cruz se funda en el año 1875 de mano de Santa Ángela de la Cruz. Nacida en Sevilla, España, abandonó la escuela para trabajar en un taller de zapatería, pero en 1871 prometió al Señor vivir bajo los preceptos del Evangelio.
De profunda vida espiritual, tuvo la experiencia de contemplar la Cruz de Cristo y, frente a ella, una cruz vacía. Entonces descubrió que Dios le pedía inmolarse junto a Cristo por la salvación de las almas.
El lema de las Hermanas de la Cruz, "Haciéndose pobre con el pobre para llevarlo a Cristo" contiene todo el significado de su carisma: despreció toda gloria humana y siempre buscó la total humillación al servicio de los despojados, de los ancianos, de los pobres, en definitiva, de los últimos de la sociedad.
Falleció en Sevilla el 2 de marzo de 1932 y fue canonizada por San Juan Pablo II el 4 de mayo de 2003.