El actual Arzobispo de Agaña en la isla de Guam en el Pacífico, Mons. Michael Byrnes, afirmó que es vital que se afronte el mal de los abusos sexuales cometidos por su predecesor, Anthony Apuron, cuya culpabilidad fue confirmada en segunda instancia por el Vaticano en abril de este año.
"Es importante que la Iglesia de Guam confronte, de buena manera, el mal que encontramos, que lo reconozca y lo haga propio", dijo el Prelado en declaraciones a Associated Press (AP) sobre los abusos cometidos por Apuron.
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"Uno no se puede arrepentir de algo que no asume. Creo que hacer eso es vital, no solo por las víctimas sino por la Iglesia", explicó Mons. Byrnes.
El actual Arzobispo indicó que su predecesor no le dejó documentación relacionada a los abusos cometidos por este u otros sacerdotes, pero comentó a AP que había escuchado rumores de "una gran hoguera" fuera de la cancillería antes del retiro de Apuron.
AP señala que "más de 200 ex monaguillos, estudiantes y boy scouts ahora están demandando a la archidiócesis católica de Guam por agresiones sexuales de 35 clérigos, maestros y scoutmasters".
Siete hombres han acusado públicamente a Apuron de agresiones sexuales que sufrieron cuando eran niños, incluido su propio sobrino. Una de las víctimas, Wallter Denton, narró a AP cómo fue abusado por el antiguo arzobispo cuando era sacerdote en 1977 y que este le dijo: "Si le dices algo a alguien, nadie te va a creer".
El 4 de abril de 2019 el Vaticano confirmó la sentencia de culpabilidad contra Apuron, que fue Arzobispo de Agaña, por el delito de abusos sexuales contra menores.
El prelado había recurrido la sentencia condenatoria en primera instancia del Tribunal Apostólico de la Congregación para la Doctrina de la Fe, dictada el 16 de marzo de 2018.
La sentencia de abril confirmó la de 2018 "declarando al imputado culpable de delitos contra el Sexto Mandamiento con menores".
La pena impuesta por el Tribunal a Apuron es "la privación del oficio; la prohibición perpetua de residir, incluso temporalmente, en la Archidiócesis de Agaña, la prohibición perpetua de emplear las insignias propias del oficio de Obispo".
Los delitos por los que ha sido sentenciado se produjeron cuando aún no era Arzobispo de Agaña.
Tras la primera sentencia, confirmada en abril, Apuron había insistido en su inocencia: "Dios es mi testigo; soy inocente y espero probar mi inocencia si la apelación procede", dijo antes de recurrir.
Con la confirmación de la sentencia en su contra emitida por el Vaticano se pone fin al caso y se cierra la posibilidad de una nueva apelación.