"El sigilo sacramental es inviolable", dijo Mons. Fernando Ramos, Secretario General de la Conferencia Episcopal de Chile al dar lectura al documento conclusivo de la 118ª Asamblea Plenaria celebrada entre el 29 de abril al 3 de mayo.
"El sigilo sacramental es inviolable, como inviolable es la conciencia de quienes acuden a confesar sus pecados para, arrepentidos, disponerse a repararlos asistidos por la gracia de Dios que nos ofrece su perdón", describe el documento titulado "Hacia la renovación de la Iglesia".
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Con motivo del debate del proyecto de ley que podría obligar a los sacerdotes a romper el secreto de confesión ante casos de abusos sexuales, el texto recordó que dicho sacramento es "reconocido y resguardado por las leyes del Estado chileno, que garantiza la libertad religiosa como un valor de la sociedad".
Otro de los puntos tratados durante la asamblea plenaria de la CECh fue el convenio de colaboración ante casos de abusos sexuales firmado con la Fiscalía Nacional "que surge desde la preocupación por alcanzar verdad y justicia para las víctimas".
El acuerdo "favorece el intercambio de información" de las investigaciones de delitos sexuales cometidos por clérigos diocesanos en contra de niños, niñas o adolescentes, o de personas en situación de discapacidad al momento de los hechos, protegiendo la confidencialidad a los denunciantes que lo solicitan y respetando la legislación vigente".
En cuanto a los miembros de congregaciones religiosas, sociedades de vida apostólica e institutos seculares, cada institución podrá adherirse formalmente a este convenio.
En la 118ª Asamblea Plenaria, los obispos avanzaron en el proceso de discernimiento iniciado en 2018 "con la finalidad de buscar caminos para entender la crisis en la Iglesia y para discernir juntos sus causas y contextos para, también juntos, asumir su renovación".
"Hemos diseñado un proyecto de búsqueda, en comunidad, con lucidez y franqueza, para preguntarnos qué nos dice el Señor hoy para nuestra conversión y renovación de la Iglesia", explica el documento.
En ese sentido, los obispos animaron "a todo el pueblo de Dios a ser activos promotores de este caminar, que esperamos tenga un hito el año 2020 con la III asamblea eclesial nacional".
Los obispos también tuvieron palabras para las víctimas de abusos por parte de consagrados: "es una herida que nos sigue estremeciendo", expresaron especialmente por el relato de una víctima del P. Renato Poblete, sacerdote jesuita fallecido en 2010.
"Nadie merece vivir lo que ella y tantos otros han vivido. Esto renueva nuestro compromiso de seguir escuchando y acogiendo el testimonio de víctimas y sobrevivientes de abuso, para aprender de ellos y de sus vidas", aseguraron.
El documento conclusivo también aborda la violencia, la corrupción, el narcotráfico, los niños y ancianos en situación de abandono y el impacto del cambio climático.
En cuanto a la discusión de la eutanasia, el suicidio asistido y los cuidados paliativos en enfermos terminales, los obispos chilenos expresaron que "una sociedad humanizadora es aquella capaz de hacerse cargo de los enfermos para hacer más humana su existencia golpeada por el sufrimiento y también la vida de los familiares que los atienden".