Este viernes 5 de mayo, el Papa Francisco recibió en audiencia en el Vaticano a los miembros de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores, a quienes propuso 3 principios para abordar este "grave" problema en la Iglesia y tenerlos en cuenta como parte de una "espiritualidad de reparación".
Al comienzo de su discurso, el Santo Padre destacó que "el abuso sexual de menores por parte del clero y su mala gestión por parte de los líderes eclesiásticos ha sido uno de los mayores desafíos para la Iglesia en nuestro tiempo".
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Señaló que muchos de los presentes, que participan en Roma en su Asamblea plenaria, "han comprometido sus vidas con esta causa", e insistió en que "la crisis de los abusos sexuales es particularmente grave para la Iglesia, porque mina su capacidad de acoger y testimoniar plenamente la presencia liberadora de Dios".
"La incapacidad de actuar adecuadamente para detener este mal y acudir en ayuda de sus víctimas ha desfigurado nuestro propio testimonio del amor de Dios", afirmó el Pontífice.
Los pecados de omisión
Asimismo, puntualizó la importancia de pedir perdón "no sólo por el mal que hemos hecho, sino también por el bien que no hemos hecho".
"Puede ser fácil olvidar los pecados de omisión, porque en cierto modo parecen menos reales; pero son muy reales y hacen tanto daño a la comunidad como los demás, si no más", añadió.
Para el Papa Francisco, "el hecho de no haber hecho lo que debíamos, especialmente por parte de los dirigentes eclesiásticos, ha escandalizado a muchos, y en los últimos años la conciencia de este problema se ha extendido por toda la comunidad cristiana".
Sin embargo, resaltó que "no hemos permanecido callados o inactivos" y recordó la reciente publicación del motu proprio Vos estis lux mundi, que ahora es una norma permanente.
A continuación, hizo notar que "nadie puede decir honestamente que no está afectado por la realidad de los abusos sexuales en la Iglesia" y, por ello, propuso a los presentes 3 principios para abordar este problema y tenerlos en cuenta como parte de una "espiritualidad de reparación".
1. Esperanza a pesar de la desesperación
El Papa Francisco aseveró que "allí donde la vida ha sido herida, estamos llamados a recordar el poder creador de Dios para sacar esperanza de la desesperación y vida de la muerte".
"El terrible sentimiento de pérdida que sienten tantas personas a causa de los abusos puede parecer a veces demasiado difícil de soportar. Incluso los líderes de la Iglesia, que comparten un sentimiento común de vergüenza por su incapacidad para actuar, se han visto disminuidos, y nuestra propia capacidad para predicar el Evangelio se ha visto herida".
"Aunque el camino sea arduo y agotador -señaló el Santo Padre-, os animo a no estancaros, a seguir tendiendo la mano, a tratar de infundir confianza a quienes encontréis y compartan con vosotros esta causa común. No se desanimen cuando parezca que poco está cambiando para mejor. Persevera, ¡sigue adelante!".
2. Reconstruir las vidas rotas
En segundo lugar, el Pontífice lamentó: "Los abusos sexuales han provocado lágrimas en nuestro mundo y no sólo en la Iglesia". "Muchas víctimas siguen descorazonadas, porque los abusos que tuvieron lugar hace muchos años siguen creando obstáculos y desavenencias en sus vidas", indicó.
Además, advirtió que "las consecuencias de los abusos pueden producirse entre cónyuges, entre padres e hijos, entre hermanos y hermanas, entre amigos y colegas. Las comunidades quedan destrozadas; la naturaleza insidiosa del maltrato desgarra a las personas y las divide, en sus corazones y entre ellas".
Sin embargo, el Santo Padre insistió en que "nuestras vidas no están destinadas a permanecer divididas. Lo que está roto no está destinado a permanecer roto".
Así pues, pidió que allí donde la vida está rota, "contribuyáis concretamente a reunir los pedazos, con la esperanza de que lo que está roto pueda recomponerse".
En esta línea, recordó un encuentro que mantuvo con un grupo de supervivientes de abusos que pidieron reunirse con la dirección del instituto religioso que dirigía la escuela a la que asistieron hace unos 50 años.
Las víctimas de abusos, según detalló el Santo Padre, "querían que se les escuchara, que se les creyera, querían que alguien les ayudara a comprender. Hablamos juntos y tuvieron el valor de abrirse".
"Este es el camino de la reparación y de la redención: el camino de la cruz de Cristo. En este caso concreto, puedo decir que para estos supervivientes hubo un verdadero diálogo durante los encuentros, al final de los cuales dijeron sentirse acogidos por los hermanos y recobrar un sentido de esperanza en el futuro", añadió.
3. Ser ejemplo del respeto y de la bondad de Dios
Como último principio, el Pontífice exhortó a los miembros de la Comisión "a cultivar en vosotros mismos el respeto y la bondad de Dios".
De este modo, les invitó "a ser amables en vuestras acciones, sobrellevando los unos las cargas de los otros, sin quejaros, sino pensando que este momento de reparación para la Iglesia dejará paso a otro momento en la historia de la salvación".
"No olvidemos que las llagas de la Pasión permanecieron en el cuerpo del Resucitado, ya no como fuente de sufrimiento o vergüenza, sino como signos de misericordia y transformación".
El Papa Francisco indicó que "ahora es el momento de reparar el daño causado a las generaciones que nos precedieron y a los que siguen sufriendo. Este tiempo pascual es signo de que se nos prepara un tiempo nuevo, una nueva primavera fecundada por el trabajo y las lágrimas compartidas con los que han sufrido. Por eso es importante que nunca dejemos de avanzar".
Más tarde, aseguró que "la importancia de proteger a los menores y a las personas frágiles debe ser una norma para todos; y en la vida religiosa y apostólica, la novicia de clausura debe atenerse a las mismas normas ministeriales que el hermano anciano que lleva toda una vida enseñando a los jóvenes.
Una norma universal
Luego, instó a hacer de la buena conducta y del respeto a la dignidad de todos "una norma universal, independientemente de la cultura y de la situación económica y social de las personas".
"Todos los ministros de la Iglesia deben mostrarse al servicio de los fieles, y éstos, a su vez, deben ser tratados con respeto y dignidad por quienes dirigen la comunidad. Al fin y al cabo, la cultura de la tutela sólo tendrá lugar si hay una conversión pastoral hacia este fin entre sus líderes".
En ese sentido, puntualizó que "no es justo que las zonas más prósperas del planeta cuenten con programas de protección bien formados y financiados, en los que se respeta a las víctimas y a sus familias, mientras que las de otras partes del mundo sufren en silencio, tal vez rechazadas o estigmatizadas cuando intentan dar un paso al frente para contar los abusos que han sufrido".
El Santo Padre afirmó asimismo que "deben continuar los esfuerzos para mejorar las directrices y las normas de comportamiento del clero y los religiosos" y esperó "recibir información sobre este esfuerzo y un informe anual sobre lo que, en su opinión, funciona bien y lo que no, para que puedan introducirse los cambios oportunos".
Por último, el Papa Francisco agradeció los avances realizados durante los últimos seis meses y animó a la Comisión Pontificia para la Protección de Menores a continuar colaborando con el Dicasterio para la Evangelización en el espíritu del acuerdo recientemente firmado.