El Papa Francisco pidió que la trata de seres humanos se considere "un crimen de lesa humanidad", pues "constituye una violación injustificable de la libertad y la dignidad de las víctimas, dimensiones constitutivas del ser humano deseado y creado por Dios".
El Santo Padre realizó estas declaraciones este jueves 11 de abril durante la clausura de la Conferencia Internacional sobre la trata de seres humanos, organizada por la Sección Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, que tuvo lugar del 8 al 11 de abril en Roma.
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En su discurso, el Pontífice explicó que Cristo "se hizo hombre para indicar a todos los seres humanos el camino de la realización de su humanidad, de conformidad con el carácter único e irrepetible de cada uno".
"Desafortunadamente", lamentó, "el mundo actual se caracteriza tristemente por situaciones que dificultan el cumplimiento de esta misión".
Esas situaciones se resumen en la "tendencia a la mercantilización del otro, que he denunciado repetidamente. La trata de seres humanos es una de las manifestaciones más dramáticas de esta mercantilización".
Señaló que la trata, "en sus múltiples formas, constituye una llaga en el cuerpo de la humanidad contemporánea, una llaga profunda en la humanidad de quienes la padecen y de quienes la llevan a cabo".
"La trata, en efecto, desfigura la humanidad de la víctima, ofendiendo su libertad y su dignidad. Pero, al mismo tiempo, deshumaniza a quienes la llevan a cabo, negándoles el acceso a la vida en abundancia. La trata, en fin, daña gravemente a la humanidad en su conjunto, destrozando a la familia humana y al Cuerpo de Cristo".
Además de pedir que la trata de personas se considere un crimen de lesa humanidad, Francisco también reclamó que, por analogía, se atribuya la misma gravedad "a todos los vilipendios de la libertad y la dignidad de todo ser humano, ya sea un compatriota o un extranjero".
En sus duras palabras subrayó que "toda elección contraria a la realización del proyecto de Dios sobre nosotros es una traición a nuestra humanidad y una renuncia a la vida en abundancia ofrecida por Jesucristo. Es bajar los peldaños de la escalera, volverse animales".
No obstante, el Papa se mostró optimista y destacó los logros alcanzados gracias a "acciones que se proponen restaurar y promover nuestra humanidad y la de los demás" en línea "con la misión de la Iglesia, como una continuación de la misión salvadora de Jesucristo".
En concreto destacó los esfuerzos de muchas iglesias locales y las iniciáticas "en la línea del frente para prevenir el tráfico, proteger a los sobrevivientes y perseguir a los culpables".
"Mucho se ha hecho y se está haciendo, pero queda mucho por hacer. Ante un fenómeno tan complejo como oscuro, como la trata de seres humanos, es esencial asegurar la coordinación de las diversas iniciativas pastorales, tanto a nivel local como internacional", concluyó.