El Papa Francisco alentó a obispos a no tener miedo de ser "profetas de esperanza" ante "la fuerza oscura del maligno, enemigo de Dios y del hombre", por lo que solicitó "derribar los altares consagrados al dinero".
Así lo señaló el Santo Padre este 3 de febrero al pronunciar el último discurso de su viaje a la República Democrática del Congo.
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El Papa Francisco visitó la sede de la Conferencia Episcopal Nacional del Congo (CENCO), en la que agradeció a los 57 obispos presentes por anunciar "con valentía el consuelo del Señor, caminando en medio del pueblo, compartiendo sus fatigas y sus esperanzas".
Además, indicó, "es necesario arrancar las plantas venenosas del odio y el egoísmo, del rencor y la violencia; derribar los altares consagrados al dinero y a la corrupción".
Servidores, no administradores
En esta línea, el Pontífice pidió: "Seamos pastores y servidores del pueblo, no administradores de cosas, no hombres de negocios".
Luego, solicitó a los obispos "edificar una convivencia fundada en la justicia, la verdad y la paz; y finalmente, plantar semillas de renovación, para que el Congo del mañana sea verdaderamente el que el Señor sueña, una tierra bendecida y feliz, ya no más maltratada, oprimida ni ensangrentada".
"Estimados hermanos, no tengan miedo de ser profetas de esperanza para el pueblo, voces armónicas de la consolación del Señor, testigos y anunciadores gozosos del Evangelio, apóstoles de la justicia, samaritanos de la solidaridad; testigos de misericordia y reconciliación en medio de la violencia desencadenada no sólo por la explotación de los recursos y por los conflictos étnicos y tribales, sino también y, sobre todo, por la fuerza oscura del maligno, enemigo de Dios y del hombre", indicó.
Asimismo, el Papa reconoció que "como Iglesia necesitamos respirar el aire puro del Evangelio, expulsar el aire contaminado de la mundanidad y custodiar el corazón joven de la fe".
Por ello, el Sucesor de Pedro evocó la figura de Jeremías, "un profeta llamado a vivir su misión en un momento dramático de la historia de Israel, en medio de injusticias, abominaciones y sufrimientos".
Francisco pidió asimismo cuidar "la cercanía con el Señor para ser sus testigos creíbles y portavoces de su amor ante el pueblo".
"Que no vaya a suceder que nos creamos autosuficientes, mucho menos que se vea en el episcopado la posibilidad de escalar posiciones sociales y de ejercitar el poder", advirtió.
Además, el Papa exhortó "a seguir alzando su voz profética, para que las conciencias se sientan interpeladas y cada uno pueda ser protagonista y responsable de un futuro diferente".
"Pero tengamos cuidado, pues no se trata de una acción política", alertó.
De este modo, el Santo Padre pidió a los obispos dar testimonio creíble y "cultivar la comunión, en la vida moral y en la administración de los bienes".
"Queridos hermanos obispos, he compartido con ustedes lo que sentía en mi corazón, es decir, cultivar la cercanía con el Señor para ser signos proféticos de su compasión por el pueblo. Les ruego que no descuiden el diálogo con Dios y no dejen que el fuego de la profecía se extinga por cálculos o ambigüedades con el poder, ni tampoco por la vida tranquila o por la rutina. Ante el pueblo que sufre y ante la injusticia, el Evangelio nos pide alzar la voz", concluyó el Pontífice.
Al concluir su discurso, el Papa Francisco rezó con los obispos un Padrenuestro, un Ave María e impartió la bendición en francés.
Finalmente, el Santo Padre saludó a cada uno y se tomaron una foto de grupo.