En la audiencia general de este miércoles, el Papa Francisco relató que conserva el mensaje que su abuela paterna le dejó por escrito el día de su ordenación sacerdotal, el 13 de diciembre de 1969.
Casi al final de su catequesis sobre los ancianos, el Santo Padre dijo a los miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro que "las palabras de los abuelos tienen algo de especial para los jóvenes. Ellos lo saben. Las palabras que mi abuela me dejó por escrito el día de mi ordenación sacerdotal las llevo todavía conmigo, siempre en el breviario, las leo a menudo y me hace bien".
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La abuela paterna del Pontífice, Rosa Marguerita Vasallo, nació el 27 de febrero de 1884 en Valbormida, se casó con Giovanni Bergoglio en Turín en 1907. Acompañó a la familia cuando emigraron a Argentina en 1929 y falleció en 1974, cinco años después de la ordenación sacerdotal de su nieto Jorge.
En un artículo sobre la recurrente figura de la abuela Rosa, el vaticanista italiano Andrea Tornielli, sostiene que en el libro entrevista "El Jesuita", el entonces Cardenal Jorge Mario Bergoglio contó en Buenos Aires que tenía doblado dentro del breviario, el libro de oraciones en dos tomos que lleva siempre consigo, también en los viajes, este texto que escribió su abuela:
"Que estos mis nietos, a quienes he dado lo mejor de mi corazón, tengan una vida larga y feliz, pero si en algún día de dolor, la enfermedad o la pérdida de una persona amada los llena de desconsuelo, que recuerden que un suspiro en el Tabernáculo, en donde está el mártir más grande y augusto, y una mirada a María al pie de la Cruz, pueden hacer caer una gota del bálsamo sobre las heridas más profundas y dolorosas".
Cuando era Arzobispo de Buenos Aires, el entonces Cardenal Jorge Bergoglio dijo en una entrevista a EWTN, el canal católico de la Madre Angélica, que "una vez, cuando estaba en el seminario, mi abuela me dijo: 'No te olvides nunca que estás por convertirte en sacerdote y la cosa más importante para un sacerdote es celebrar la Misa. Celebra la Misa, cada Misa, como si fuera la primera y la última'".
El Santo Padre también ha señalado en alguna ocasión que "la que me enseñó a rezar fue mi abuela. Ella me enseñó mucho en la fe y me contaba las historias de los santos".