Durante la Audiencia General de este miércoles 12 de febrero, el Papa Francisco destacó la importancia del arrepentimiento de los pecados incluso hasta llegar al llanto de dolor por haber ofendido a Dios.
Al continuar con su serie de catequesis sobre las Bienaventuranzas, el Santo Padre se detuvo en la segunda: "Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados".
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"Se trata de una actitud que se ha vuelto central en la espiritualidad cristiana y que los padres del desierto, los primeros monjes de la historia llamaban 'penthos', es decir, un dolor interior que abre a una relación con el Señor y con el prójimo. A una nueva relación con el Señor y con el prójimo, a una renovada relación con el Señor y con el prójimo", dijo el Papa.
En esta línea, el Pontífice señaló que "este llanto, en las Escrituras, puede tener dos aspectos: el primero es por la muerte o por el sufrimiento de alguno y el segundo son las lágrimas por el pecado, por el pecado personal, cuando el corazón sangra por el dolor de haber ofendido a Dios y al prójimo".
Sobre el primer aspecto, el Santo Padre recordó que ha hablado a menudo del don de las lágrimas y de cuánto es valioso. Sin embargo, advirtió que existen personas que "permanecen distantes, un paso atrás; en cambio, es importante que otros rompan nuestro corazón".
"¿Se pueda amar de una manera fría? ¿Se puede amar por función, por deber?" cuestionó el Papa quien agregó que "ciertamente no" porque hay personas "afligidas por consolar" y también hay personas consoladas por despertar, "que tienen un corazón de piedra y han 'desaprendido' a llorar" por ello, invitó a "despertar a las personas que no saben conmoverse con el dolor de los demás".
En este sentido, el Pontífice puso como ejemplo, el luto, que "es un camino amargo, pero puede ser útil para abrir los ojos sobre la vida y sobre el valor sagrado e irremplazable de cada persona, y en ese momento uno se da cuenta de lo corto que es el tiempo".
En segundo lugar, el Santo Padre comentó el significado "de esta paradójica bienaventuranza: llorar por el pecado" y pidió distingue entre "quien se enoja porque se equivoca. Esto es orgullo. En cambio, hay quienes lloran por el mal hecho, por el bien omitido, por la traición de la relación con Dios. Este es el llanto por no haber amado".
"Aquí se llora porque no se corresponde al Señor que nos ama tanto, y nos entristece el pensamiento del bien no hecho, este es el sentido del pecado. Ellos dicen: 'He lastimado a la persona que amo', y esto les duele hasta las lágrimas. ¡Que Dios sea bendecido si vienen estas lágrimas!", exclamó.
Por ello, el Papa Francisco comparó el llanto de San Pedro "que lo llevará a un amor nuevo y mucho más verdadero, un llanto que purifica, que renueva" en cambio el llano de Judas "que no aceptó haberse equivocado" y que se suicidó.
"Entender el pecado es un don de Dios, es una obra del Espíritu Santo. Nosotros solos no podemos entender el pecado. Es una gracia que debemos pedir: Señor que yo entienda el mal que he hecho, o que puedo hacer, este es un don muy grande. De haber entendido esto viene el llanto de arrepentimiento", explicó el Papa.
De este modo, el Pontífice añadió que se trata de "la belleza del arrepentimiento, la belleza del llanto, la belleza de la contrición" porque "como siempre, la vida cristiana tiene su mejor expresión en la misericordia".
"Dios siempre perdona, no se olviden, no se olviden de esto. Dios siempre perdona. Incluso los pecados más feos, siempre. El problema está en nosotros, que nos cansamos de pedir perdón. Este es el problema, cuando uno se cierra, no pide el perdón, y Él está allí para perdonar", subrayó el Papa Francisco.
Al finalizar su catequesis el Santo Padre rezó para "que el Señor nos conceda amar en abundancia, amar con la sonrisa, con la cercanía, con el servicio y también con el llanto".
Antes de concluir la Audiencia General, el Papa Francisco pidió oraciones por Siria y por "nuestros hermanos chinos que sufren esta enfermedad así cruel" para que "encuentren el camino de la sanación lo más pronto posible".