El Papa Francisco indicó la urgencia de evitar el desperdicio de alimentos y señaló que "es un escándalo que los grandes productores alienten un consumismo compulsivo para enriquecerse".
Así lo dijo el Santo Padre este 29 de septiembre en un mensaje dirigido al director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Qu Dongyu, con ocasión del "Día Internacional de Concienciación sobre la pérdida y desperdicio de alimentos".
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"Los alimentos no pueden ser objeto de especulación. La vida depende de ellos. Y es un escándalo que los grandes productores alienten un consumismo compulsivo para enriquecerse, sin siquiera considerar las auténticas necesidades de los seres humanos", escribió el Papa Francisco.
Además, el Pontífice afirmó que "tanto la pérdida como el desperdicio de alimentos son hechos verdaderamente deplorables porque dividen a la humanidad entre los que tienen demasiado y los que carecen de lo esencial, porque aumentan las desigualdades, generan injusticias y niegan a los pobres lo que necesitan para vivir dignamente".
El Papa insistió en la gravedad de este problema "que no podemos dejar pasar de largo en este momento tan duro que estamos viviendo".
También lamentó que "multitudes de seres humanos no pueden acceder a una alimentación adecuada o a los medios para procurársela -siendo este un derecho básico y prioritario de toda persona-, ver tirados los alimentos en la basura o deteriorados por ausencia de los recursos necesarios para hacerlos llegar a sus destinatarios es realmente vergonzoso y preocupante".
Por ello, el Santo Padre instó a toda la comunidad internacional para que se movilice "para poner fin a la lamentable 'paradoja de la abundancia'" y recordó el discurso de San Juan Pablo II del 5 de diciembre de 1992 durante la apertura de la Conferencia Internacional sobre la nutrición.
"¡En el mundo existe el alimento necesario para que nadie se vaya a la cama con el estómago vacío! Se producen recursos alimentarios más que suficientes para dar de comer a 8.000 millones de personas. La cuestión, sin embargo, se refiere a la justicia social, es decir, a la forma en que se regula la gestión de los recursos y la distribución de la riqueza", lamentó el Papa.
De este modo, el Papa Francisco subrayó que "el clamor de los hambrientos, privados de una forma u otra del pan cotidiano, debe resonar en los centros donde se toman las decisiones" porque "no puede quedar silenciado o sofocado por otros intereses".
"Ya lo he dicho en el pasado, y no me cansaré de insistir, ¡desechar comida es desechar personas!", afirmó el Papa.
De este modo, el Santo Padre señaló que este asunto "de tanta envergadura no podemos contentarnos con ejercicios retóricos, que terminan en declaraciones que luego no logran llevarse a cabo por olvido, mezquindad o codicia" y agregó que "es hora de actuar con urgencia y buscando el bien común".
"Es inaplazable tanto para los Estados como para las grandes empresas multinacionales, para las asociaciones como para los individuos -para todos sin excluir a nadie-, responder con eficacia y honestidad al grito desgarrador de los hambrientos que reclaman justicia", indicó.
Por último, el Papa dijo que "cada uno de nosotros está llamado a reorientar su estilo de vida de manera consciente y responsable, para que ninguna persona quede postergada y a todas lleguen los alimentos que precisan, tanto en cantidad como en calidad".
"Se lo debemos a nuestros seres queridos, a las generaciones futuras y a quienes se encuentran golpeados por la miseria económica y existencial", concluyó el Papa Francisco.