El Papa Francisco dirigió este miércoles 4 de enero la última Audiencia General sobre el discernimiento, donde dijo que "la fragilidad es nuestra verdadera riqueza, que debemos aprender a respetar y acoger, porque ofrecida a Dios nos hace capaces de ternura, de misericordia, de amor".
Antes de comenzar su catequesis, el Papa Francisco rindió homenaje el Papa Emérito Benedicto XVI y pidió a los fieles unirse en oración a quienes están rezando por el Papa Emérito.
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Ante los miles de fieles que le escuchaban en el Aula Pablo VI del Vaticano, el Santo Padre destacó la importancia del "acompañamiento espiritual".
Además, invitó a "darnos a conocer, sin tener miedo a compartir los aspectos más frágiles, en los que nos descubrimos más sensibles, débiles o temerosos de ser juzgados".
La fragilidad, nuestro tesoro más preciado
En esta línea, animó a buscar a "alguien que nos acompañe en el camino de la vida" y afirmó que "la fragilidad es, en realidad, nuestra verdadera riqueza, que debemos aprender a respetar y acoger, porque, ofrecida a Dios, nos hace capaces de ternura, de misericordia, de amor".
El Santo Padre dijo que "la fragilidad nos hace humanos" y aseguró que es "nuestro tesoro más preciado: de hecho, Dios, para hacernos semejantes a Él, quiso compartir hasta el final nuestra fragilidad".
Para el Papa Francisco, el acompañamiento espiritual, "si es dócil al Espíritu Santo, ayuda a desenmascarar incluso graves malentendidos en nuestra consideración de nosotros mismos y en nuestra relación con el Señor".
"Las personas que tienen un verdadero encuentro con Jesús -continuó el Papa-, no temen abrirle su corazón, presentarle su vulnerabilidad y su insuficiencia".
"De este modo, su compartir se convierte en una experiencia de salvación, de perdón libremente recibido", añadió.
A continuación, el Papa advirtió sobre los "pensamientos falsos y venenosos" como los que nos hacen pensar que "lo he hecho todo mal, no valgo nada, nadie me comprende…".
El Papa Francisco explicó que "la confrontación con los demás ayuda a desenmascarar, para sentirnos amados y estimados por el Señor por lo que somos, capaces de hacer cosas buenas por Él".
Por su parte, señaló que "quien acompaña no sustituye al Señor, no hace el trabajo en lugar del acompañado, sino que camina a su lado, le anima a leer lo que se mueve en su corazón, el lugar por excelencia donde habla el Señor".
"El acompañamiento espiritual, mejor que director espiritual puede ser fructífero si, por ambas partes, hemos experimentado la filiación y la fraternidad espiritual. Es importante no caminar solos", destacó el Pontífice.
Además, subrayó que "descubrimos que somos hijos de Dios cuando descubrimos que somos hermanos, hijos del mismo Padre. Por eso es indispensable formar parte de una comunidad itinerante. No se acude solo al Señor".
También aseguró que "sin una experiencia de filiación y fraternidad, el acompañamiento puede dar lugar a expectativas irreales, malentendidos y formas de dependencia que dejan a la persona en un estado infantil".
"La maestra del discernimiento"
El Santo Padre dijo que "la Virgen María es maestra de discernimiento: habla poco, escucha mucho y guarda su corazón. Y las pocas veces que habla, deja huella".
"En el Evangelio de Juan, hay una frase muy breve pronunciada por María que es una consigna para los cristianos de todos los tiempos: 'Hagan lo que Él les diga'", explicó el Papa Francisco.
"María sabe que el Señor habla al corazón de cada uno, y nos pide que traduzcamos esta palabra en acciones y opciones. Ella supo hacerlo mejor que nadie, y de hecho está presente en los momentos fundamentales de la vida de Jesús, especialmente en la hora suprema de su muerte en la cruz", aseguró el Papa.
Por último, el Papa Francisco dijo que "el discernimiento es un arte, un arte que se puede aprender y que tiene sus propias reglas. Si se aprende bien, permite vivir la experiencia espiritual de manera cada vez más bella y ordenada".
"Ante todo, el discernimiento es un don de Dios, que hay que pedir siempre, sin presumir nunca de experto y autosuficiente", explicó.
Asimismo, dijo que "la voz del Señor siempre se reconoce, tiene un estilo único, es una voz que apacigua, anima y tranquiliza en las dificultades".
"'¡No temas!', nos repite el Señor también a nosotros: si confiamos en su palabra, jugaremos bien el juego de la vida, y podremos ayudar a los demás", concluyó el Papa Francisco.