En la homilía de la Misa que presidió esta mañana en la capilla de la Casa Santa Marta, el Papa Francisco animó a leer el Evangelio de hoy en el que se narra la muerte de Juan el Bautista, que enseña a vivir siempre en la humildad porque así es como Dios vence.
Según señala Radio Vaticano, el Santo Padre dijo que "nos hará bien leer hoy este pasaje del Evangelio, el Evangelio de Marcos, capítulo 6. Leer aquel paso, ver cómo Dios vence: el estilo de Dios no es el estilo del hombre. Pedir al Señor la gracia de la humildad que tenía Juan, y no adosar sobre nosotros méritos o glorias de otros. Y, sobre todo, la gracia para que en nuestra vida siempre haya lugar para que Jesús crezca y nosotros nos abajemos, hasta el final".
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El Papa dijo luego: "disminuir, disminuir, disminuir", así "fue la vida de Juan". "Un hombre grande que no buscó su propia gloria, sino la de Dios" y que termina de una manera "tan prosaica, en el anonimato", pero con esta actitud "ha preparado el camino a Jesús", que de modo semejante "murió angustiado, solo y sin los discípulos".
Juan el Bautista que preparó el camino a Cristo, dijo el Pontífice, "ha sufrido en la cárcel, incluso –digamos la palabra– la tortura interior de la duda: '¿Acaso me he equivocado? Este Mesías no es como yo imaginaba que tendría que haber sido el Mesías…'. Y ha enviado a sus discípulos a preguntar a Jesús: 'Pero, di, di la verdad: ¿eres tú el que debe venir?', porque aquella duda lo hacía sufrir. '¿Me he equivocado yo al anunciar a uno que no es? ¿He engañado al pueblo?'. El sufrimiento, la soledad interior de este hombre… "Yo, en cambio, debo disminuir, pero disminuir así: en el alma, en el cuerpo… todo…".
Con Juan el Bautista "Dios venció", reiteró el Santo Padre: "'El hombre más grande nacido de mujer': así dice la fórmula de canonización de Juan. Pero esta fórmula no la ha dicho un Papa, la ha dicho Jesús. Aquel hombre es el hombre más grande nacido de mujer. El Santo más grande: así Jesús lo ha canonizado".
El Papa dijo luego que Juan "termina en la cárcel, degollado, y la última frase parece también de resignación: 'Los discípulos de Juan, cuando supieron lo sucedido, fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron'. Así termina el hombre más grande nacido de mujer'. Un gran profeta. El último de los profetas. El único al que le fue concedido ver la esperanza de Israel".
A continuación, el Evangelio de hoy:
Marcos 6:14-29
14 Se enteró el rey Herodes, pues su nombre se había hecho célebre. Algunos decían: «Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él fuerzas milagrosas».
15 Otros decían: «Es Elías»; otros: «Es un profeta como los demás profetas».
16 Al enterarse Herodes, dijo: «Aquel Juan, a quien yo decapité, ése ha resucitado».
17 Es que Herodes era el que había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes se había casado.
18 Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano.»
19 Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía,
20 pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto.
21 Y llegó el día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea.
22 Entró la hija de la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey, entonces, dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré».
23 Y le juró: «Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino».
24 Salió la muchacha y preguntó a su madre: «¿Qué voy a pedir?» Y ella le dijo: «La cabeza de Juan el Bautista».
25 Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió: «Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista».
26 El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales.
27 Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel
28 y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre.
29 Al enterarse sus discípulos, vinieron a recoger el cadáver y le dieron sepultura.