"Amar al pobre significa luchar contra todas las pobrezas, espirituales y materiales", afirmó el Papa Francisco durante la Misa en ocasión de la I Jornada Mundial de los Pobres instituida por el mismo Pontífice.
A primera hora de la mañana, Francisco presidió una Eucaristía en la que participaron muchos pobres y personas sin hogar y dijo además que "ahí, en los pobres, se manifiesta la presencia de Jesús, que siendo rico se hizo pobre".
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"En su debilidad (la de los pobres) hay una fuerza salvadora. Y si a los ojos del mundo tienen poco valor, son ellos los que nos abren el camino hacia el cielo, son nuestro pasaporte para el paraíso".
Al comentar el Evangelio del día en el que se cuenta la parábola de los dones o los talentos, pidió "reconoce" que, somos "talentosos a los ojos de Dios".
"Por eso nadie puede considerarse inútil, ninguno puede creerse tan pobre que no pueda dar algo a los demás. Hemos sido elegidos y bendecidos por Dios, que desea colmarnos de sus dones, mucho más de lo que un papá o una mamá quieren para sus hijos. Y Dios, para el que ningún hijo puede ser descartado, confía a cada uno una misión".
Francisco expresó que "muchas veces nosotros estamos también convencidos de no haber hecho nada malo y así nos contentamos, presumiendo de ser buenos y justos. Pero, de esa manera corremos el riesgo de comportarnos como el siervo malvado: tampoco él hizo nada malo, no destruyó el talento, sino que lo guardó bien bajo tierra".
"Pero no hacer nada malo no es suficiente, porque Dios no es un revisor que busca billetes sin timbrar, es un Padre que sale a buscar hijos para confiarles sus bienes y sus proyectos. Y es triste cuando el Padre del amor no recibe una respuesta de amor generosa de parte de sus hijos, que se limitan a respetar las reglas, a cumplir los mandamientos, como si fueran asalariados en la casa del Padre", añadió.
El Santo Padre también dijo que "quien se preocupa sólo de conservar, de mantener los tesoros del pasado, no es fiel a Dios".
A este respecto, "la omisión es también el mayor pecado contra los pobres". "Es mirar a otro lado cuando el hermano pasa necesidad, es cambiar de canal cuando una cuestión seria nos molesta, es también indignarse ante el mal, pero no hacer nada. Dios, sin embargo, no nos preguntará si nos hemos indignado con razón, sino si hicimos el bien".
Según el Obispo de Roma, que denunció el pecado de la "indiferencia" hacia los pobres, "la verdadera fortaleza" no son "los puños cerrados y los brazos cruzados, sino las manos laboriosas y tendidas hacia los pobres, hacia la carne herida del Señor".
Por tanto, "es para nosotros un deber evangélico cuidar de ellos, que son nuestra verdadera riqueza, y hacerlo no sólo dando pan, sino también partiendo con ellos el pan de la Palabra, pues son sus destinatarios más naturales".
"¿Qué cuenta para mí en la vida? ¿En qué invierto? ¿En la riqueza que pasa, de la que el mundo nunca está satisfecho, o en la riqueza de Dios, que da la vida eterna?", pidió preguntarse.
"Esta es la elección que tenemos delante: vivir para tener en esta tierra o dar para ganar el cielo. Porque para el cielo no vale lo que se tiene, sino lo que se da, y 'el que acumula tesoro para sí' no se hace 'rico para con Dios'".
El Santo Padre subrayó que "nos hará bien acercarnos a quien es más pobre que nosotros, tocará nuestra vida. Nos hará bien, nos recordará lo que verdaderamente cuenta: amar a Dios y al prójimo".
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TEXTO: Homilía del Papa Francisco en la Misa por la I Jornada Mundial de los Pobres https://t.co/9q7fqfJtym
- ACI Prensa (@aciprensa) 19 de noviembre de 2017