El Papa Francisco advirtió que, después de traicionar a Cristo, "Judas se fue, pero dejó discípulos, que no son discípulos suyos, sino del diablo". Al igual que Judas traicionó a Jesús, hoy hay gente que traiciona al prójimo explotando a los débiles, o incluso a los seres queridos, y puso de ejemplo a los ancianos abandonados en residencias.
El Papa se expresó así durante la celebración de la Misa en Casa Santa Marta este miércoles 8 de abril, Miércoles Santo, día que en la Iglesia "se subraya la traición de Judas", por lo que también es conocido como "Miércoles de la Traición".
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Francisco ofreció la Misa por la conversión de "quienes en estos tiempos de pandemia (de coronavirus COVID 19) hacen comercio con los necesitados: se benefician de la necesidad de los demás y los venden: los mafiosos, los usureros y tantos otros".
En la homilía Santo Padre recordó que "también hoy se vende gente. Todos los días. Hay 'Judas' que venden a los hermanos y a las hermanas, explotándolos en el trabajo, no hablando con justicia, no reconociendo los deberes".
"Cuando pensamos en el hecho de que se vende a la gente, viene a la mente el comercio que se hacía en África con esclavos para llevarlos a América. 'Es algo viejo'. O el comercio, por ejemplo, de las jóvenes yazidíes vendidas por Daesh. 'Es algo lejano'".
Pero la venta de personas es algo actual y, muchas veces, cercano. "Incluso venden muchas veces las cosas más queridas. Pienso cómo para vivir más cómodo un hombre es capaz de alejar a sus padres y no verlos más. Meterlos en una residencia y no ir ni a visitarlos. Vende. Hay un dicho muy popular que, refiriéndose a gente así, dice: 'Este es capaz de vender a su propia madre'. Y la venden. Para estar tranquilos la ha alejado. 'Cuidadla vosotros'".
El Pontífice explicó que Jesús "dio al dinero una señoría. Jesús dijo: 'No se puede servir a Dios y al dinero'. Dos señores. Es la única cosa que Jesús pone a la misma altura. Cada uno de nosotros debe elegir: o sirve a Dios, y será libre en la adoración, en el servicio, o sirve al dinero y serás esclavo del dinero".
"Esta es la elección, y mucha gente elige servir a Dios y al dinero. Y eso no se puede hacer. Al final simulan que sirven a Dios para servir al dinero. Son los explotadores escondidos, que son socialmente impecables, pero bajo la mesa comercian con la gente. No les importa".
El Papa lamentó que "la explotación humana. El vender al prójimo" sean algo cotidiano. "Judas se fue, pero dejó discípulos, que no son discípulos suyos, sino del diablo. ¿Cómo fue la vida de Judas? Nosotros no los sabemos. Fue un joven normal, quizás, incluso puede que con inquietudes, porque el Señor lo llamó a ser discípulo".
Subrayó, no obstante, que Judas nunca consiguió ser discípulo de Jesús. "No tenía boca de discípulo y corazón de discípulo". "Era débil en el discipulado".
Sin embargo, "Jesús lo amaba. Luego, el Evangelio nos hace entender que le gustaba el dinero. En casa de Lázaro, cuando María unge los pies de Jesús con aquel perfume caro, él hace la reflexión" sobre la pérdida del perfume que se podría haber vendido para dar limosnas a los pobres. "Y Juan subraya: 'Pero no porque amara a los pobres, sino porque era un ladrón'".
"El amor al dinero lo había llevado a romper las reglas, a robar, y de robar a traicionar hay un paso pequeño. Quien ama mucho el dinero traiciona para tener más, siempre. Es una regla. Es un dato de hecho".
De ese modo, "el Judas joven, quizás bueno, con buenas intenciones, terminar como traidor hasta el punto de ir al mercado a vender: 'Fue donde los jefes de los sacerdotes y les dijo: '¿Cuánto me queréis dar a cambio de que os lo entregue?'. Desde mi punto de vista, este hombre estaba fuera de sí".
"Otra cosa que me llama la atención es que Jesús nunca dice 'traidor', dice que será traicionado, pero nunca le dice 'traidor'. Nunca dice: 'Vete traidor'. Nunca. De hecho, le dice: 'Amigo', y lo abraza".
El Santo Padre reflexionó sobre "el misterio de Judas". "Jesús amenaza con fuerza: 'Ay de aquel hombre por el cual el Hijo del Hombre es traicionado: mejor para aquel hombre no haber nacido nunca'. ¿Quiere decir esto que Judas irá al infierno? No lo sé. Yo miro a lo central y siento la palabra de Jesús: 'Amigo'".
"Pero esto nos hace pensar en otra cosa que es más real, más de hoy: el diablo entró en Judas. Fue el diablo quien lo llevó hasta ese punto. ¿Cómo termina la historia? El diablo es un mal pagador: no es un pagador fiable. Te lo promete todo, te hace ver todo y al final te deja solo en tu desesperación por ahorcarte".
"El corazón de Judas, inquieto, atormentado por la culpabilidad y atormentado por el amor a Jesús", "atormentado por esta niebla, vuelve donde los sacerdotes pidiendo perdón, pidiendo salvación. '¿Qué nos importa a nosotros? Es cosa tuya…': El diablo habla así y nos deja en la desesperación".
El Papa invitó a pensar "en tantos Judas institucionales en este mundo, que explotan a la gente. Y pensemos también en el pequeño Judas que cada uno de nosotros tiene dentro a la hora de elegir: entre lealtad e intereses".
"Cada uno de nosotros tiene la capacidad de traicionar, de vender, de elegir según sus propios intereses. Cada uno de nosotros tiene la posibilidad de dejarse guiar por el amor al dinero, de los bienes, o del bienestar futuro. 'Judas, ¿dónde estás?'. Pero la pregunta la hago a cada uno de nosotros: 'Tú, Judas, pequeño Judas que tengo dentro: ¿dónde estás?'", concluyó la homilía el Papa Francisco.
Evangelio comentado por el Papa Francisco:
Mateo 26:14-25
14 Entonces uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue donde los sumos sacerdotes,
15 y les dijo: «¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré?» Ellos le asignaron treinta monedas de plata.
16 Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregarle.
17 El primer día de los Azimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: «¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer el cordero de Pascua?»
18 El les dijo: «Id a la ciudad, a casa de fulano, y decidle: "El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa voy a celebrar la Pascua con mis discípulos."»
19 Los discípulos hicieron lo que Jesús les había mandado, y prepararon la Pascua.
20 Al atardecer, se puso a la mesa con los Doce.
21 Y mientras comían, dijo: «Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará.»
22 Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno: «¿Acaso soy yo, Señor?»
23 El respondió: «El que ha mojado conmigo la mano en el plato, ése me entregará.
24 El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!»
25 Entonces preguntó Judas, el que iba a entregarle: «¿Soy yo acaso, Rabbí?» Dícele: «Sí, tú lo has dicho.»