Durante casi una década Abby Johnson trabajó para la industria del aborto. Sin embargo, los latidos del corazón de un bebé durante uno de estos procedimientos en los que participó, en la clínica de la que era directora, cambiaron su vida para siempre.
"Los abortos se realizan 'a ciegas', por lo que el médico no ve lo que está sucediendo. Pero un médico nuevo quería implantar un sistema nuevo con ultrasonidos y me pidió que lo viera. Tenía que sujetar el aparato sobre el vientre de la madre y fue entonces cuando vi un bebé de 13 semanas que luchaba por su vida mientras que se le estaba abortando", dice en entrevista concedida a ACI Prensa.
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Abby asegura que a pesar de que había crecido en un ambiente pro vida, en su familia nunca se habían sentado a hablar sobre el aborto y sus consecuencias, por eso cuando una mujer le ofreció trabajar en Planned Parenthood como voluntaria durante los años de Universidad, a ella le pareció que "estaba haciendo un bien a esas chicas que abortaban", porque "no tenía mucha formación sobre ese tema".
Planned Parenthood, que podría traducirse por Planificación Familiar, es una organización que tiene una extensa red de clínicas en Estados Unidos donde se realizan abortos.
Poco a poco Abby fue ascendiendo en la industria del aborto, hasta que la nombraron directora de una de las clínicas. Sin embargo escuchar al bebé que estaba abortando hizo que todo su mundo se derrumbara. "Cuando vi por primera vez el bebé a través del ultrasonido pensé 'no quiero tener nada que ver con el aborto nunca más'", asegura.
"En ese momento supe que no podría formar parte nunca más de Planned Parenthood, no podía continuar trabajando en la clínica después de ver aquello. Algo tendría que cambiar, aunque no sabía ni qué ni cómo", afirma.
Pero el camino hasta convertirse en una de las mayores activistas pro vida de Estados Unidos no fue sencillo. "Hizo falta que pasara al menos un año para que entendiera todo y estar en contra del aborto en todas las situaciones y sin ninguna excepción", explica a ACI Prensa.
Abby precisa que su camino hasta ser una persona a favor de la vida "consistió en conocer la realidad del aborto, porque hasta entonces solo había tenido la versión de Planned Parenthood y esa no es la verdad. Cuando supe cómo el aborto afecta realmente a las mujeres y a nuestra sociedad, hizo que se me afianzara las ideas provida que actualmente tengo".
"No es que un día dejas Planned Parenthood y al día siguiente eres 100 por ciento pro vida", subraya.
Recuerda que durante años se había centrado en "desconectar la madre del niño. La vida de la madre y sus derechos era todo lo que importaba y la muerte del niño era simplemente un hecho desafortunado, porque los derechos de la madre siempre serían más importantes que los derechos del niño".
"Me tomó una semana decidir que tenía que dejar el trabajo, me costó mucho aceptar todo lo que había visto. No era fácil porque estaba dejando a todos mis amigos y también mucho dinero. Estaba muy asustada. Ser una persona 'por el derecho a decidir' era parte de mi identidad", explica.
En ese momento límite, Abby contactó con un grupo pro vida que tiempo atrás se había presentado para darle la oportunidad de dejar la industria del aborto. "Ellos me habían dicho: 'Si quieres dejar Planned Parenthood nosotros te ayudaremos'. Yo siempre pensaba: 'ok, eso nunca sucederá'".
Y sin embargo allí estaba, dispuesta a dejarlo todo. "Ellos me ayudaron a encontrar otro trabajo. Había decidido salir de allí fuera como fuese, dejar Planned Parenthood aunque no tuviera otro trabajo, pero tenía claro que no quería participar en eso nunca más", recuerda.
Actualmente Abby recorre el mundo dando su testimonio a favor de la vida, desde la perspectiva y la experiencia inigualable de quien ha estado también a favor del aborto. "El aborto existe desde hace tantos años porque hemos permitido que exista, no nos hemos levantado contra él quizás por miedo a ofender o llevar la contraria a la gente", explica.
Además también intenta que otros muchos trabajadores de clínicas abortistas dejen de trabajar en ellas y hace lo que hicieron con ella, ofrecer su ayuda si algún día quieren dejarlo. "Vamos a las clínicas y les decimos que no tienen por qué trabajar allí", afirma. Hasta ahora 154 trabajadores de clínicas abortistas han dejado su puesto de trabajo en la industria del aborto y se han unido a programas de ayuda.
Abby señala también que en muy pocas ocasiones se informa a la madre de "las severas repercusiones emocionales que un aborto tiene en ellas y que van desde intentos de suicidio, alcoholismo, desórdenes alimentarios o depresión".
"Las mujeres estamos hechas para ser maternales y para ser madres y para una madre quitar la vida deliberadamente de su hijo no nacido es quizás la cosa más antinatural que una mujer puede hacer. Incluso si piensan que en ese momento no les hace nada y simplemente solucionan un problema, después, en un tiempo, les pasará factura".
"Cuando se den cuenta de lo que han hecho esa herida estará ahí para siempre, no quiere decir que no haya posibilidad de perdón, pero la herida seguirá ahí y siempre lo estará, será parte de su vida. A las mujeres no se les dice que un aborto puede ser muy dañino a largo término. Algunas creen que el aborto es totalmente normal y que no pasa nada, pero la realidad es que abortar a un niño eso va contra la propia naturaleza y es algo absolutamente inaceptable", insiste.
Para ayudar a que las madres se den cuenta de que lo que tienen en el interior de su vientre es un ser humano, Abby propone que se les enseñe una ecografía con ultrasonidos en donde puedan ver la figura del bebé y los latidos de su corazón.
"Esto es importante porque cuando una madre ve a su hijo en el monitor es mucho más probable que ella apueste por la vida. Queremos que las mujeres estén verdaderamente informadas antes de abortar. Que vean lo que hay y que decidan según eso. Se trata de un 'consentimiento informado' que es parte de cualquier práctica médica", apunta.
"Por eso el ultrasonido es tan fuerte porque muestra la humanidad del niño, de la que hasta ahora no se hablaba. Las madres estaban demasiado preocupadas por ellas mismas y cómo afectaría ese niño a sus vidas y olvidan que también hay otro ser humano involucrado en esto", concluye.