La Arquidiócesis de Rosario (Argentina) convocó a una jornada de ayuno y oración el viernes 30 de julio para pedir por el cese de la violencia en la ciudad.
Familias, parroquias, consagrados y religiosos fueron convocados a unirse en oración para pedir a Dios, a través de la intercesión de la Virgen del Rosario, por el don de la paz y el cese de la violencia.
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Ese día el Arzobispo de Rosario, Mons. Eduardo Martín, presidirá una Misa a las 11:45 a.m. en la Catedral Nuestra Señora del Rosario, la cual será transmitida por las redes sociales.
La comunidad rosarina es testigo a diario de asesinatos y homicidios protagonizados por grupos criminales que arrastran a los más jóvenes a iniciar un camino de drogadicción y el sicariato.
Según el Ministerio Público de Acusación en 2020 se registraron 214 homicidios y 871 heridos de bala en la ciudad, muchos de los hechos debido a enfrentamientos entre bandas de narcotráfico.
Hasta marzo de 2021, la ciudad registraba 49 muertes violentas con un promedio de tres heridos por armas de fuego por día.
También, un grupo de sacerdotes y monjas de la Arquidiócesis de Rosario que trabajan con personas en situación de vulnerabilidad reunió a movimientos religiosos y sociales a una actividad en el cementerio La Piedad para denunciar la violencia.
Allí manifestaron su preocupación por "la creciente violencia instalada en nuestras calles en los últimos años".
Quienes mueren producto de la violencia, "no son solo noticias sino rostros concretos de hermanos, hijos, vecinos y amigos" a quienes sus familias "ya no volverán a ver", expresaron.
"Para sus familias ya no existe ninguna esperanza de justicia, la venganza o la resignación resultan las únicas alternativas", señalaron.
A su vez, lamentaron que el Estado "se muestra incapaz de dirimir muchos de los conflictos y el vecino se encuentra solo ante esta realidad".
Además, dijeron, la pandemia ha producido un "profundo debilitamiento" de las instituciones y la sociedad civil "dejando aún más expuestos" a que los niños, adolescentes y jóvenes sean "captados por redes delictivas".
Junto con agradecer a todos quienes han "asumido el desafío de trabajar por la paz, a pesar de la coyuntura", alertaron que "evidentemente eso no alcanza y nos encontramos en una situación de real emergencia".
Para "que la sangre de nuestros hermanos no siga derramándose y que todos los rosarinos tomemos conciencia de la gravedad de la situación" los consagrados y religiosos alentaron un reencuentro entre todos los sectores donde el Estado "legitime un debate que genere respuestas concretas para involucrarnos a todos en la transformación de una Rosario más equitativa y pacífica".
"La marginalidad exige el máximo esfuerzo de todos para dar respuesta a una realidad compleja y urgente", indicaron.
"De nuestra parte, seguiremos ofreciendo el trabajo de cada día y el de nuestras comunidades en favor de los más pobres; en colaboración con todos los niveles del Estado para ayudar a revertir esta situación y nos unimos en oración para que haya un desarrollo humano integral, paz y justicia en nuestra ciudad y en todo el país", concluyeron.