El secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, Mons. José Rodríguez Carballo, afirmó que los consagrados deben ser "antorchas para quienes caminan en medio de las tinieblas".
Así lo indicó el Arzobispo español en entrevista concedida al diario del Vaticano, L'Osservatore Romano (LOR) publicada el 29 de enero en ocasión de la 24° Jornada Mundial de la Vida Consagrada que se celebrará el domingo 2 de febrero.
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"La vida consagrada está llamada a mantener encendida la lámpara del profetismo, convirtiéndose en faro para quien está desorientado en altamar, antorcha para quienes caminan en medio de las tinieblas, centinela para quienes no ven una salida en la vida", dijo el Prelado.
Los consagrados, continuó, "no pueden renunciar a dar voz a quien no la tiene y exigir justicia donde no la hay. Solo así será una vida profética y alternativa a la cultura del descarte", denunciada constantemente por el Papa Francisco, que insiste siempre en la "profecía como elemento imprescindible en la vida consagrada".
"La vida consagrada, así como no puede renunciar a la pasión por Cristo, su verdadero fundamento, tampoco puede renunciar a la pasión por la humanidad, particularmente la humanidad herida, vulnerable, que constituye su misión", resaltó.
Para responder a su vocación, aseguró Mons. Rodríguez, los consagrados deben buscar "apasionadamente la voluntad del Señor, anunciando la buena noticia a todos, preferencialmente en las periferias existenciales, buscando nuevos caminos para el anuncio del Evangelio, denunciando todo aquello que es contrario al querer de Dios".
"Los consagrados deben ser muy conscientes de que su vida, como dice el Papa Francisco, es como el agua: si no fluye, se pudre. Si la vida consagrada no quiere ser solo admirada como una pieza de museo, sino presentarse ante la gente como una forma bella y posible también para otros, deberá preguntarse constantemente qué cosa quiere Dios y el pueblo de Dios de ella en este momento y en estas circunstancias".
Tras resaltar la importancia del discernimiento siguiendo la inspiración del Espíritu Santo en la vida consagrada, el Arzobispo dijo que esta "no es solo 'mano de obra', sino y sobre todo signo y profecía de otras realidades mucho más profundas".
Los consagrados, prosiguió el Prelado, "no pueden juzgar la vida consagrada solo por aquello que aparece a través de sus obras, aunque muchas de estas deben ser revisadas para ver si responden o no al carisma del propio instituto y su misión. La vida consagrada debe ser apreciada y valorada por aquello que es: una forma profética de vivir el Evangelio".
Mons. Rodríguez también destacó la importancia para los consagrados de discernir "sobre su identidad y misión a la luz del Evangelio, del propio carisma y de los signos de los tiempos, conducidos siempre por el magisterio de la Iglesia".