El Arzobispo de Popayán, Mons. Luis José Rueda Aparicio, recordó que la vida humana es siempre una buena noticia, tras el aborto de un bebé de casi 8 meses de gestación a quien su padre llamó Juan Sebastián o JuanSe, cuyo caso ha conmocionado a toda Colombia.
Aunque no menciona el caso de Juan Sebastián, la carta titulada "La vida humana es una buena noticia", aparece luego de que el joven Juan Pablo Medina hiciera público el aborto en el que fue asesinado su hijo por nacer en una clínica de la organización abortista Profamilia.
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"La vida de toda persona es un don de Dios y una buena noticia, no obstante, el ambiente social de Colombia nos lleva a ser como una voz que clama en el desierto, en favor de la vida frágil de los niños por nacer", afirma el Arzobispo en un texto en el que recuerda las enseñanzas del Papa San Juan Pablo II en la encíclica Evangelium Vtae o El Evangelio de la Vida.
El Prelado señala en el texto que "la carta encíclica llamada 'El Evangelio de la vida' de San Juan Pablo II, ilumina a quienes promueven y defienden la vida humana en todas las etapas de la existencia".
Sobre el aborto, el Papa peregrino escribió que "la decisión deliberada de privar a un ser humano inocente de su vida es siempre mala desde el punto de vista moral y nunca puede ser lícita ni como fin, ni como medio para un fin bueno".
En el texto publicado en 1995 pero que aún mantiene gran actualidad, el Papa Wojtyla recordaba que los promotores del aborto utilizan un lenguaje que pretende disfrazar un asesinato, llamándolo por ejemplo "interrupción del embarazo".
"La gravedad moral del aborto procurado se manifiesta en toda su verdad si se reconoce que se trata de un homicidio y, en particular, si se consideran las circunstancias específicas que lo cualifican. Quien se elimina es un ser humano que comienza a vivir, es decir, lo más inocente en absoluto que se pueda imaginar: ¡jamás podrá ser considerado un agresor, y menos aún un agresor injusto!", decía el Papa.
Tras reconocer el carácter dramático de la "opción del aborto", Juan Pablo II advertía que a pesar de existir razones "graves y dramáticas, jamás pueden justificar la eliminación deliberada de un ser humano inocente".
"La Iglesia está cercana a aquellos esposos que, con gran ansia y sufrimiento, acogen a sus hijos gravemente afectados de incapacidades, así como agradece a todas las familias que, por medio de la adopción, amparan a quienes han sido abandonados por sus padres, debido a formas de minusvalidez o enfermedades".
Luego de alentar a que las leyes respeten y protejan la vida, San Juan Pablo II animaba a quienes se han sometido a un aborto a abrirse "con humildad y confianza al arrepentimiento: el Padre de toda misericordia os espera para ofreceros su perdón y su paz en el sacramento de la Reconciliación. Podéis confiar con esperanza a vuestro hijo a este mismo Padre y a su misericordia".
Después de recordar que toda persona tiene derechos desde el momento de su concepción, el Arzobispo de Popayán dijo que "si se aprueba en Colombia o en cualquier parte del mundo una ley contra la vida humana naciente, debemos recordar que la misión de defender la vida en hogares, en hospitales, en universidades, en campos y ciudades, nos corresponde a mujeres y hombres, con argumentos científicos, jurídicos, éticos y espirituales".