El Cardenal Gerhard Müller, Prefecto Emérito de la Congregación –hoy Dicasterio– para la Doctrina de la Fe, criticó las recientes decisiones del polémico Camino Sinodal de la Iglesia en Alemania y resaltó que este "no representa a nadie" más que a sus miembros.
Así lo indicó el Purpurado alemán de 75 años, que sirvió como Prefecto del dicasterio vaticano entre 2012 y 2017, en una entrevista con el periodista Lothar C. Rilinger.
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A continuación, algunos pasajes de la conversación entre el Cardenal alemán y Rilinger:
Lothar C. Rilinger (R.): Hace unos días el Camino Sinodal aprobó varios textos en Frankfurt. Sólo podemos abordar algunos. Pero antes que nada, en principio: ¿Cuánto de la enseñanza tradicional, por ejemplo sobre el sacerdocio o sobre la homosexualidad, puede cuestionar un católico antes de dejar de ser católico?
Cardenal Gerhard Ludwig Müller (M.): [...] Quien niegue los elementos esenciales de este ministerio ordenado instituido por Cristo en la Iglesia como ministerio autorizado de la Palabra y los sacramentos, y quien no reconozca a los obispos y sacerdotes como pastores designados por el Espíritu Santo, ya no puede llamarse católico. Lo que es constitutivamente católico, en efecto, no lo determina la oficina del registro estatal ni el Comité Central de Católicos Alemanes ni ninguna otra organización eclesiástica de derecho puramente humano, sino en última instancia sólo el conjunto de los obispos católicos con el Papa como principio de la unidad de la Iglesia en la verdad de la Revelación final de Dios en Jesucristo. La contradicción herética a la Revelación y su formulación conceptual en el Credo vinculante de la Iglesia se disfraza, como en el caso de los antiguos gnósticos, como un desarrollo ulterior de lo que realmente significa o como una adaptación necesaria a la comprensión limitada o condicionada por el tiempo de los destinatarios -como con los llamados modernistas del siglo pasado-. Contra la corriente dominante del mundo occidental homosexualizado, ya no se podría decir cuál es el significado de la naturaleza humana, creada por Dios con dos sexos. Y ya no se debería llamar pecado a la actividad sexual fuera del matrimonio legítimo del hombre y la mujer sin exponerse al ostracismo social o incurrir en el castigo supuestamente justo del poder judicial, que tiene que vigilar de forma totalitaria el pensar, el hablar y el actuar socialmente permitidos. Para decirlo de manera banal: no es más que la dictadura de la mediocridad.
R.: En cuanto al ministerio ordenado, hay tres niveles -diácono, presbítero, obispo-, pero es un solo sacramento. De modo que sería una discriminación, como advirtió el obispo Rudolf Voderholzer en Frankfurt, si sólo se quisiera admitir a las mujeres como diáconos, pero no como sacerdotes u obispos. ¿En qué problemas nos metemos cuando exigimos un diaconado para las mujeres?
M.: De hecho, sólo existe un ministerio ordenado. Por eso sus elementos esenciales se aplican a los tres niveles de consagración. Esta comprensión ha crecido en la tradición de fe de la Iglesia, ha prevalecido incluso frente a las objeciones y, por tanto, ha madurado hasta llegar a una definición del magisterio que vincula en conciencia a todo católico.
R.: La última vez se aprobó un texto según el cual la homosexualidad debía ser vista positivamente. Ahora se ha adoptado otro texto que está destinado a permitir celebraciones de bendición para uniones homosexuales, pero también para las personas divorciadas que se han vuelto a casar civilmente. Hace apenas dos años, la Congregación, hoy Dicasterio para la Doctrina de la Fe había declarado imposibles precisamente estas bendiciones de las uniones homosexuales. ¿Qué dice este comportamiento sobre la Iglesia en Alemania, sobre los obispos alemanes, pero también sobre Roma, si no se toman medidas inmediatamente?
M.: El Dicasterio para la Doctrina de la Fe ha subrayado claramente, en nombre del Santo Padre, la enseñanza católica de la condición bisexuada del hombre. En su más reciente entrevista (marzo de 2023) con el diario argentino "La Nación", el Papa Francisco hizo una lúcida distinción entre la atención pastoral a quienes tienen dificultades en la atracción erótica hacia el sexo opuesto y la colonización más peligrosa del mundo por la ideología del género y la homo-ideología, completamente anticientíficas. Esto ya es evidente en el disparatado discurso sobre un "hombre biológico". Como si la sexualidad del ser humano fuese algo distinto que un hecho biológico, que, con todo, ha de dominarse moralmente en la unidad cuerpo-alma del ser humano en relación con el bien moral que se perfecciona en el amor. De hecho, la Iglesia católica es la única institución en el mundo que defiende incondicionalmente la dignidad humana porque, según el mandato de Dios, llama por su nombre a la nocividad del pecado e imparte a cada pecador la gracia del arrepentimiento y de la conversión, ofreciendo así la perspectiva de una vida nueva en el amor de Dios.
Más allá de la definición más original y, por tanto, más avanzada y beneficiosa del hombre, que Jesús, el Hijo de Dios, nos revela definitivamente como voluntad del Padre celestial y Creador del mundo y del hombre (cf. Mt 11,25-27), no hay conocimiento humano que pueda relativizar Su palabra: "¿No habéis leído que el Creador, desde el principio [motivo en el que se muestra el sentido de la voluntad del Creador] los hizo varón y mujer, y que añadió: Por esta razón dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Por consiguiente, ya no son dos, sino una sola carne" (Mt 19,4-6). Incluso con la más sofistica tergiversación de las palabras, los llamados exegetas modernos no pueden ocultar la verdad revelada de que la consecuencia de la negación de Dios es la mentira sobre la relación correcta entre el hombre y la mujer y que, como resultado, las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo contradicen la disposición natural bisexuada del hombre y, por lo tanto, representan el grave pecado de la fornicación (cf. Rom 1,18-32; 1Cor 6,9s). Ni siquiera los shitstorms (linchamientos digitales) en los medios de comunicación dominantes o las multas y penas de prisión impuestas a los creyentes cristianos en las dictaduras ideológicas pueden cambiar esto, aunque las leyes correspondientes se den a sí mismas un barniz democrático formal.
[...]
R.: En el marco del "Camino Sinodal" se ha decidido por mayoría -como en un partido- lo que deben creer los católicos alemanes y lo que deben creer los católicos de todo el mundo. ¿Es compatible con la Biblia y con la enseñanza y la Tradición de la Iglesia que las decisiones sobre la fe se tomen de forma vinculante por mayoría de votos según lineamientos políticos, sobre todo teniendo en cuenta que una gran parte de los miembros carece de una formación teológica o sólo tiene una rudimentaria?
M.: Esta asamblea que, de manera usurpadora, auto-empoderante, se autodenomina "Camino Sinodal", aunque no haya habido ni la más mínima discusión abierta basada en la Palabra de Dios, no tiene ningún fundamento en la constitución sacramental de la Iglesia. Es sólo un foro para el intercambio -aunque infructuoso- de opiniones. El "Camino Sinodal" no es en absoluto -como se ha dicho con total ignorancia teológica -, en reemplazo de Dios, el soberano de la Iglesia nacional alemana, que puede dar a los obispos la orden de abandonar las verdades reveladas en favor de una cosmovisión materialista o incluso de contradecirlas diametralmente. En cuanto a los obispos que, en completa contradicción con su misión divina, es decir, de presentar y defender la fe católica en toda su verdad y plenitud, consintieron o se abstuvieron cobardemente frente a estos textos espiritualmente confusos, se les aplica la palabra del evangelista de que los "hombres destacados" probablemente llegaron a creer en Jesús, pero no profesaron abiertamente su fe sólo por miedo a ser expulsados de la sinagoga [hoy: la corrección política de la barbarie nublada]. "Porque amaban más su posición ante los hombres que su posición ante Dios" (Jn 12,43).
R.: El "Camino Sinodal" pretende representar a los católicos alemanes de manera jurídicamente vinculante y sugerir que tiene derecho a esta legitimidad. ¿Puede un organismo extra-eclesiástico, que no está legitimado democráticamente, tomar decisiones para todos los católicos alemanes?
M.: El "Camino Sinodal Alemán" no pertenece a la constitución sacramental de la Iglesia, no es más que un organismo informal. No se puede hablar de una representación jurídicamente vinculante de los católicos. Los miembros de este organismo enviados por el Comité Central de Católicos o designados por los obispos no representan a la Iglesia ante el Estado, la sociedad o la historia, y menos aún a los católicos en su obediencia de fe a Dios. No representan a nadie más que a sí mismos. Incluso si hubiesen sido enviados a este organismo en una especie de elección general y libre como representantes de la mayoría de los católicos alemanes, no tendrían ninguna autoridad que pudiera obligar en su conciencia de fe a los católicos alemanes individuales o en su totalidad. Ni siquiera la mayoría numérica de los obispos puede obligar a nadie a obedecer declaraciones contrarias a la fe o normas inmorales. A diferencia de los Apóstoles, los obispos no son portadores infalibles de la Revelación, que se completó con el fin del tiempo apostólico y que está disponible íntegramente en las Sagradas Escrituras y en la Tradición Apostólica. Ellos, en su totalidad, bajo la dirección del Romano Pontífice, sólo tienen infalibilidad (como interpretación auténtica del depositum fidei) si se adhieren a la "enseñanza de los Apóstoles" (Hch 2,42) (cf. Concilio Vaticano II, Dei Verbum, 7-10).