El Cardenal venezolano Baltazar Porras Cardozo, Arzobispo de Mérida y Administrador Apostólico de Caracas, presidirá el sábado 7 de mayo la Misa de beatificación de la religiosa María Agustina de Jesús Rivas López, "Aguchita", asesinada por los terroristas comunistas de Sendero Luminoso en 1990 en Perú.
En su texto titulado "Aguchita, la mártir peruana", enviado a ACI Prensa, el Cardenal recordó a algunos sacerdotes, religiosos y laicos que en América Latina dieron su vida a causa de la fe, como San Óscar Arnulfo Romero, enfrentándose a "movimientos terroristas, ideologizados para quienes la vida no cuenta" y que "fueron los sicarios de infinidad de personas inocentes".
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El Purpurado venezolano explicó que "llevar adelante procesos de beatificación no es un subterfugio o una salida cómoda ante los asesinatos que quedan impunes ante la indiferencia de los responsables de hacer justicia".
"Es el testimonio trasparente de que dar la vida por amor a Dios y al prójimo no es un delito sino el acto supremo de la caridad a ejemplo de Jesús y de los que a través de los siglos han colmado de nombres el martirologio romano", resaltó.
Aguchita en su profesion religiosa. Foto: Vatican News
El Cardenal recordó que Aguchita recibió su formación cristiana en familia y se unió a la Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor, con quienes estudió en Lima en el Instituto Sevilla.
El Arzobispo destacó que la religiosa era "sencilla, humilde, trabajadora, hacendosa y servicial, pero sobre todo amante del Corazón de Jesús, de San José y de Santa María, devociones que cultivó durante toda su vida, con las de los fundadores de la familia eudista, San Juan Eudes y Santa María Eufrasia Pelletier, cuyo carisma asumió, pues la muerte no se improvisa, el amor es nuestra vocación, como repetía insistentemente".
"Se ganó el respeto y la admiración de todos por sus virtudes humanas y cristianas vividas con alegría y disponibilidad plena".
El Cardenal Porras destacó además que "los pocos escritos, notas tomadas en cuadernos en momentos claves de su vida, son un trasunto de una espiritualidad mística, sin aspavientos. Asumió el sentido oblativo de la vida cristiana y la vida religiosa".
La futura beata Aguchita en San Ramón
A los 68 años quiso volver a su tierra para entregarse "a la promoción humana de la población y a la evangelización. No tuvo miedo a la difícil situación de inseguridad que se vivía por la presencia terrorista. Quería estar al lado de los más pobres y perseguidos".
Aguchita en San Ramón. Foto: Vatican News
"Atender a los pobres, promover a la gente y manifestar su condición cristiana fueron los delitos que la condenaron a recibir cinco balazos que cegaron su vida el 27 de septiembre de 1990", indicó el Cardenal.
De ese modo, "fue vilmente asesinada por miembros de Sendero Luminoso que sembraron pánico y muerte en varias regiones del Perú en el último cuarto del siglo pasado".
"Merece esta menuda hermanita ser parte del sueño del Papa de luchar juntos y trabajar codo a codo para defender a los pobres de la Amazonía, para mostrar el rostro santo del Señor y para cuidar su obra creadora".
El Arzobispo dijo finalmente que con Aguchita, "estamos ante una santa para admirar pero por encima de todo para imitar. Su muerte no es absurda, sino que tiene sentido de reivindicación por la justicia y la paz, por un Perú y una América Latina más justa y fraterna".
Que Aguchita nos motive a la santidad
El 3 de mayo, Mons. Gerardo Zerdín, Vicario Apostólico de San Ramón, concedió una entrevista a Vatican News, en la que hizo votos para que el ejemplo de Aguchita "nos motive no solamente a la resistencia, al martirio, sino como un paradigma más de una peruana del Perú profundo, del Perú quechua, que ha alcanzado esos niveles de servicio, de santidad".
"Que nos motive a todos, especialmente motive para la vocación religiosa, para la vida religiosa y también para la vida de servicio laical y servicio sacerdotal", agregó.
El Prelado también dijo que "Aguchita derrama su dulzura, esa miel de su carácter, con una vida entregada totalmente".
Los años del terror de Sendero Luminoso en Perú
En 1987, Aguchita se trasladó a la localidad de La Florida, en la provincia de Chanchamayo en la zona amazónica del departamento de Junín. Eran tiempos de gran violencia a causa de los terroristas de Sendero Luminoso.
El Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso, una de las más sanguinarias organizaciones terroristas del siglo XX, comenzó su ola de violencia en 1980 y causó decenas de miles de muertes en todo el Perú.
Aguchita en San Ramón. Foto: Vatican News
En 1992 fue capturado su cabecilla Abimael Guzmán, que se hacía llamar "presidente Gonzalo". Desde entonces, el grupo terrorista ha perdido la mayor parte de su fuerza bélica y se ha retirado a la región del valle de los ríos Apurímac, Ene y Marañón (VRAEM), en el sur del Perú, vinculada ahora al narcotráfico.
Su lema era "Por el sendero luminoso de Mariátegui", en referencia a José Carlos Mariátegui, escritor y fundador del Partido Socialista Peruano en la segunda década del siglo XX.
Con frecuencia, miembros del grupo terrorista ingresaban a los pueblos y realizaban "juicios populares", en los que sus miembros decidían qué habitantes debían ser asesinados.
El 27 de septiembre de 1990, cuando Aguchita tenía 70 años, un grupo de Sendero Luminoso ingresó a La Florida y perpetró varios asesinatos.
En esa ocasión, la lista de los terroristas de Sendero Luminoso tenía seis nombres. Uno de ellos era el de la hermana Luisa. Al no encontrarla, le dijeron a Aguchita que ella tomaría su lugar.
La acusaban de ayudar a los pobres y hablar con los asháninkas, una comunidad nativa que rechazaba a Sendero Luminoso. Una joven de solo 17 años la mató de cinco disparos.