"No se habla", pero "existe un régimen persecutorio anticristiano", incluso "en nuestra Europa, vientre del Evangelio y cuna de la civilización", denunció el Arzobispo de Génova, Cardenal Angelo Bagnasco, durante la Misa por la fiesta de San Lorenzo, donde señaló que esta persecución se da también de manera refinada.
Desde la Catedral de Génova, el Arzobispo denunció que existe la voluntad de constituir "un orden mundial sin Dios".
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Poniendo como ejemplo la vida del mártir San Lorenzo, el Purpurado señaló que este diácono del siglo III "habría podido salvar la vida renegando de Cristo, razón de su vida", sin embargo, "delante del emperador Valeriano, que pretendía confiscar los bienes eclesiales", dona todos estos a los pobres, quienes son "la verdadera riqueza de la Iglesia".
Es un ejemplo "que nos recuerda que la persecución es parte de la fe cristiana", y por esto "ni nos debemos maravillar" ni se debe "ceder al optimismo ingenuo según el cual entorno a nosotros existe solo respeto y benevolencia".
En ese sentido, advirtió que en la actualidad "existe un régimen discriminatorio anticristiano" que tiene lugar incluso en Europa donde "por medio de normas refinadas se limita la libertad de profesar la fe públicamente, y siempre más se la empuja a la esfera privada".
Pero no solo eso, indicó, sino que "con el pretexto de no herir las diversas sensibilidades religiosas o culturales, se quiere crear un modo de vivir uniforme", "eliminando tradiciones legítimas y respetadas por todos, o cambiando nombres, lugares, símbolos".
Son muchas las referencias implícitas del Cardenal, desde la abolición de la Navidad del calendario de las fiestas de la Unión Europea, a los impedimentos para exponer los símbolos navideños en público, pero también los varios atentados a la objeción de conciencia cuando se quiere obligar a los cristianos a, por ejemplo, aceptar que en sus hospitales se practiquen el aborto y la eutanasia.
El Cardenal Bagnasco no hace ejemplos concretos, pero tiene bien claro el escenario. "Es claro que, en este modo se entiende diluir la fisonomía de la fe con el objetivo de apagarla en la conciencia colectiva y en la personal, reduciéndola a una tradición de vago recuerdo", señaló.
Pero la religión "no es rito y observancia que garantice la identidad al Estado", como era la religión "política" del Imperio Romano que tenía la tarea de "preservar los hábitos útiles al bienestar del mismo Estado", señaló.
La fe es más bien el "reconocimiento de la verdad que es Dios mismo", porque "solo en Él es posible reconocer la verdad", liberando al hombre frente a cualquier autoridad humana.
En su homilía, el Purpurado señaló que incluso la fe hace un servicio a la política al liberar al hombre "de la irracionalidad de los mitos políticos", que es un riesgo en todos los tiempos, ya que "la voz de la razón nunca es tan fuerte como el grito irracional que reclama, con el corazón en llamas, cosas grandes e imposibles".
La fe "recuerda que la moral política también resiste a la seducción de las grandes palabras" con las cuales se hace burla de la humanidad del ser humano, y es esta la "novedad absoluta" manifestada por el diácono Lorenzo cuando se niega a obedecer al soberano del imperio, haciendo así "un servicio a la sociedad de la época"
Esta es la razón por la que "traicionar el Evangelio es traicionar a Dios y también al hombre", indicó el Cardenal.
Sin embargo, advirtió que hoy a menudo "el Evangelio no es negado, sino, tal vez de buena fe traicionado", mientras la humanidad ve que "cuanto más se aleja de Dios y se cree autosuficiente, tanto más, de la profundidad de su ser, salen los demonios que haber derrotado con sus manos".
Estos son fantasmas que le recuerdan al hombre el temor a propio poder de destrucción, pero también "su impotencia de reencontrarse a sí mismo y dominar su inhumanidad, siempre lista a fagocitar todo", señaló.
"Fuera de la verdad", subrayó el Cardenal, "el derecho puede declarar legítimos los comportamientos, pero no puede hacerlos justos, abriendo así el camino al abuso".
En cambio, indicó, "es desde la verdad de la persona humana como Dios la ha creado que fluye la libertad, el amor, la fidelidad, la justicia, y se puede construir una sociedad cohesionada y abierta, que tiene un rostro propio y que se pone en diálogo honesto con todos, sin instrumentalizar a ninguno, sobre todo a los débiles".
Este es el testimonio del diácono Lorenzo, indicó el Cardenal Bagnasco. No exhibe fuerza, sino amor "a la verdad" revelada en Jesús, a la "libertad de su Iglesia" y servicio "a ese mundo que le contesta con la propia muerte".
Traducido y adaptado por Eduardo Berdejo. Publicado originalmente en ACI Stampa.