Este domingo se ha celebrado la apertura de la fase diocesana de la causa de canonización de Carmen Hernández, coiniciadora del Camino Neocatecumenal. Kiko Argüello, con quien trabajó durante más de 50 años, ha detallado las dificultades de su relación.
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"El Señor nos ha unido a Carmen y a mí durante 52 años en una misión de evangelización maravillosa", explicó Kiko Argüello al comenzar su intervención durante el acto de apertura de la causa de canonización de Carmen Hernández.
Pero su caminar juntos no siempre fue un mar en calma. Así lo ha reconocido Argüello al definir a la coiniciadora de estas comunidades de iniciación cristiana como alguien "insoportable", en una improvisación de su discurso.
"Me costó mucho aceptar a Carmen, hasta que el Señor me dijo en mi interior que Carmen era… insoportable. Bueno, la conocéis todos, ¿no?", aseguró provocando las sonrisas de muchos de los presentes.
"Era una soriana seca y te decía la verdad cada vez que te veía. Decía: tú, eres un cursillista, hombre. Entonces, para ella ser cursillista era como un desprecio", aclaró Argüello.
Al reanudar su intervención Argüello aseveró que en realidad Dios le reveló que ella fue "una gracia grandísima" que le había puesto junto a él para "que me dijera la verdad". Así es como aceptó a Carmen Hernández "como enviada por el Señor".
"Sufrí hasta que me di cuenta que venía de Dios", reiteró Argüello, quien a continuación se deshizo en elogios hacia ella.
"Carmen ha sido una mujer estupenda, una mujer extraordinaria que ha hecho mucho bien no sólo a los hermanos del Camino Neocatecumental, sino a toda la Iglesia", dijo.
También predicó de ella que tenía "un genio magistral de libertad y amor a la Iglesia" y destacó que nunca le aduló.
"Siempre me dijo la verdad" y "tenía una clara conciencia de que la misión que Dios le había dado era apoyarme, defenderme y corregirme por el bien del Camino Neocatecumenal", reconoció Argüello.
Por eso, fuera de los ambientes eclesiales, no fue conocida pues "nunca buscó protagonismo".
El iniciador del Camino Neocatecumental, Kiko Arguello destacó además que Carmen Hernández fue "una verdadera profeta, una auténtica misionera, que ha vivido la fe en grado heróico. Una mujer excepcional, importantísima para la Iglesia".
"Me despreciaba" hasta que no vio al Obispo
Kiko Argüello también explicó cómo Carmen Hernández no le tenía en gran estima cuando se conocieron en los años 80 del siglo pasado en las barriadas de la periferia de Madrid.
"La presencia providencial del Arzobispo de Madrid, que fue a las barracas fue lo que determinó que Carmen colaborara definitivamente conmigo", rememoró Argüello. "Hasta que no vio al Obispo en mi barraca, a mí me despreciaba la Carmen", afirmó de manera improvisada.
"Cuando vio al obispo en mi barraca, desde ese momento, cambió, como diciendo: 'La Iglesia acepta a Kiko'. ¡Qué difícil!", exclamó con ironía.
El Arzobispo de Madrid era entonces Mons. Casimiro García Morcillo.
"Carmen vio en el Arzobispo la presencia de la Iglesia y cambió completamente su actitud conmigo. Con la presencia de Morcillo vio realizadas las promesas que Dios le había hecho en Israel", insistió.
Argüello recordó que la presencia de Carmen Hernández en aquél lugar "fue como una tierra de cultivo que Dios tenía preparada para ponerla dentro de la Iglesia. Lo que Dios nos hizo experimentar en medio de un mundo pobre, el Espíritu Santo lo había preparado ya para toda su Iglesia".
"Gracias, Carmen"
Kiko Argüello concluyó su intervención deseando que el proceso de canonización sirva para que se investigue la vida de Carmen Hernández "que muchas veces era una vida crucificada, callada y sufriente, como una noche oscura".
También para que "salgan a la luz sus virtudes, muchas de ellas escondidas, muchas en grado heroico", añadió.
Argüello también agradeció "haberla conocido" y "haber podido trabajar con ella en los duros trabajos del Evangelio".
"Carmen, ¡qué gran mujer, con una fe excepcional! ¡Qué amor tan grande ha tenido a Cristo y a su Iglesia! ¡Gracias, Carmen!, concluyó.