En agosto de este año, Ignacia Lobos, la primera bebé chilena operada de atresia laríngea antes de nacer, cumplió un año de vida luego de haber sido diagnosticada como "inviable". Su madre, Daniela Castro, recordó el embarazo como "doloroso y difícil entender" pero dijo estar muy feliz porque hoy su hija está "haciendo una vida normal".
En el cuarto mes de gestación de Ignacia, los doctores detectaron la atresia laríngea, una malformación congénita que obstruye el paso del aire a los pulmones y que con frecuencia causa la muerte si no se detecta tiempo.
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"Fue muy doloroso. A los cuatro meses supimos el problema y al quinto se definió que no viviría. La pasamos muy mal. ¿Cómo le explicaba a mis hijos que su hermanita no iba a vivir? Fue difícil entender", relató Daniela a ACI Prensa.
Solo dos semanas antes del parto, los médicos confirmaron que existía una posibilidad de revertir la situación. El 5 de agosto de 2014 un equipo de setenta profesionales del área de obstetricia, neonatología, pediatría y anestesiología de los hospitales Dr. Luis Calvo Mackenna y Dr. Luis Tisné Brousse, llevó a cabo la hazaña médica que salvó la vida de Ignacia.
Con el nombre de terapia EXIT (Exutero Intrapartum Treatment), los médicos realizaron una traqueotomía a la bebé en una intervención hecha fuera del útero materno pero aún conectada al cordón umbilical de la madre.
"Esto fue un tremendo desafío y un éxito. Primero, lo complejo fue coordinar dos centros hospitalarios y cuatro equipos médicos. Lo segundo, fue lograr con éxito el procedimiento", recordó el Dr. Patricio Varela, quien trabajó en la operación de Ignacia.
El cirujano pediátrico y fundador de la Asociación Latinoamericana de Malformaciones Torácicas (ALMAT), explicó a ACI Prensa que "existen malformaciones incompatibles con la vida". Sin embargo, respecto a la actual discusión del proyecto de aborto por causal de inviabilidad fetal, Varela respondió que "independiente del caso, si la madre va a tomar la decisión -de abortar- con la información que le dan, es muy delicado, porque a veces la información puede estar errada en pacientes que tienen posibilidades de vida real".
Daniela siempre tuvo la esperanza firme pese al diagnóstico que le habían dado inicialmente sobre su pequeña Ignacia. "Ahora que nació Ignacia pienso que hubiese sido un error tomar esa decisión (aborto). Aunque me cueste todo lo que me cueste, prefiero pagar esos costos antes de no haberla tenido", reflexionó Daniela.
Tras la intervención quirúrgica, la pequeña Ignacia permaneció un año en el hospital para ver su evolución y prepararla para su salida. Durante su estadía, su madre pensaba "si mi hija está luchando, no ha bajado los brazos, no lo puedo hacer yo. Prefiero que mi hija esté viva y hacer lo imposible porque esté aquí. No me importan los otros sacrificios".
Ya en casa y con toda una vida por delante, Ignacia disfruta junto a su familia. En lo cotidiano, la bebé requiere cuidados en su traqueotomía y eventualmente una máquina para facilitar su respiración en caso de contraer una enfermedad que afecte a sus pulmones.
Daniela evalúa la situación de su hija y solo tiene palabras de gratitud. "Estoy agradecida porque tuve a los mejores doctores. También de mi familia que siempre me dio aliento, y por sobre todo de Dios, que para mí lo fue todo", afirma.
"Todo se lo debo a Dios y sé que Él manda pruebas a las personas que son fuertes y que las saben superar. Él ha sido mi pilar fundamental y toda mi familia sabe que- Ignacia- es un milagro de Dios", concluye.