El Arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro, afirmó que el Año de la Misericordia, que se iniciará dentro de poco, es un tiempo especial para vivir el amor con el prójimo, de manera particular "visitar a los encarcelados".
"La Pastoral Penitenciaria, con callada abnegación y probada generosidad, continúa con este bendito ministerio", apunta el Arzobispo en la carta publicada durante la semana en la que se celebra la fiesta de Nuestra Señora de la Merced.
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"¡Cuánto me gustaría poder abrazarlas a todas y, con mi gesto, llevarles la paz y el cariño que solo regala el Señor Jesús a sus predilectos!"; afirma el Prelado en su carta y señala luego que con ese abrazo querría transmitirles "el de la Iglesia que es Madre de misericordia y que, como su Señor, quiere que no se pierda ninguno de los que le han sido confiados".
Mons. Osoro recuerda que "Dios es el único dueño del tiempo y el único juez infalible" y que por eso el tiempo de reclusión debe utilizarse como "un tiempo para el encuentro fructuoso con Él, para reconducir la propia vida, asumir los errores cometidos y procurar reparar el mal causado".
En ese sentido también destaca la importancia de que tomar esa reclusión para la inserción social, por eso ha recordado las palabras del Papa Francisco en Bolivia en las que insistía en que "reclusión no es lo mismo que exclusión, porque la reclusión forma parte de un proceso de reinserción en la sociedad".
El Arzobispo de Madrid ha animado a no dejar solos a los "hermanos y hermanas presos", "la mano larga de Dios y su ternura atraviesan los muros de los centros penitenciarios a través de la labor diligente y eficaz de la Pastoral Penitenciaria que constituye para la Iglesia –también en Madrid– un gozoso servicio".
Además ha animado a las parroquias de la diócesis a comprometerse en el servicio en las cárceles para que "se preocupen por los encarcelados y sus familiares y procuren coordinarse con la Capellanía para la visita y la atención de sus necesidades" y así puedan "sentir la cercanía de la comunidad eclesial".
En ese sentido, Mons. Osoro ha pedido también que se trabaje en "la prevención social del delito mediante la promoción de una sociedad más justa, de una cultura con valores y condiciones de vida dignas para todos". "No debemos olvidar las cuatro etapas del peregrinaje de la misericordia: no juzgar, no condenar, perdonar y dar", ha subrayado.
Por eso ha insistido en "descubrir el rostro de Cristo en cada detenido", porque según ha afirmado el Arzobispo de Madrid, "la Iglesia es refugio de pecadores y casa de las segundas oportunidades. Para la Iglesia nadie hay definitivamente perdido".
En la carta Mons. Osoro agradece el trabajo de los empleados de los centros penitenciarios ya que sin su labor "el ideal de la reinserción social estaría todavía mucho más lejos" y ha pedido a Dios que les dé "paciencia, fortaleza y humanidad para no renunciar jamás, por muchas que sean las dificultades, a su vocación educativa y reinsertadora".
También ha recordado a las víctimas de los delitos, "especialmente a aquellas que han sufrido los zarpazos y el dolor de delitos irreparables".
"Nuestra preocupación por quienes han delinquido, no nos quita un ápice de solicitud exquisita por las víctimas. La Iglesia apuesta decididamente por la "justicia reconciliadora" que surge desde la atención a las necesidades de las víctimas, pero sin enfrentarla, sino todo contrario, a la rehabilitación del infractor", subraya el Prelado.
"Ojalá que juntos hagamos realidad lo que formulamos en la plegaria de la Eucaristía: 'que el amor venza al odio y la indulgencia a la venganza'", ha apuntado el Arzobispo de Madrid y por eso ha subrayado que "en los albores del Año Santo de la Misericordia, empeñémonos en usar 'la medicina de la misericordia y no empuñar las armas de la severidad'".