El Papa Francisco elogió hoy la maternidad perseverante en la vida religiosa, instando a las consagradas a nunca rendirse ante las necesidades de los demás.
Lo hizo este jueves 25 de mayo, en el Palacio Apostólico Vaticano, al recibir en audiencia a las participantes en el Capítulo General de las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad.
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"Me encuentro con ustedes en este momento significativo para su Congregación que es el Capítulo General, un tiempo fuerte de diálogo entre ustedes y con el Espíritu Santo, del que saldrán renovadas, en el corazón antes que en las iniciativas y en las estructuras", anotó el Pontífice.
Además, instó a las religiosas a estar muy cerca de los hermanos y hermanas que sufren. "Porque Jesús mismo nos dijo: 'Todo lo que hicieron a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicieron' (Mt 25,40)".
Por tanto, el Santo Padre invitó a las religiosas a que "tengan siempre" un sentido "de ternura materna, nunca de frialdad. Y si a veces esta enfermedad del corazón se hace sentir, expúlsenla inmediatamente, con pensamientos, palabras y gestos de acogida y bondad".
Para ello, el Papa Francisco indicó tres caminos fundamentales a fin de llevar adelante esa maternidad: "estar unidas a Jesús, cercanas a sus hermanos y hermanas y activas en el servicio".
Compartir un pan con amor
Más tarde, afirmó: "Sabemos bien que un trozo de pan compartido con una sonrisa es mejor que un plato que puede ser refinado, pero sazonado con frialdad e insípido de amor. ¡Que sus casas y lugares de servicio se llenen de calor materno! Como decía el Padre Orione: que todos se calienten y se iluminen con 'la llama que arde en tu corazón y la luz de tu fuego interior'".
Precisamente, el Pontífice recordó la figura de San Luis Orione, quien el 29 de junio de 1915 fundó la Congregación de las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad y "les encomendó como misión 'hacer experimentar la Providencia de Dios y la maternidad de la Iglesia'. Es decir, las llamó a encarnar la acción misericordiosa de Dios y de la Iglesia en un espíritu maternal".
Francisco rememoró que "San Luis Orione les enseñó a 'trabajar duro', a no escatimar en el servicio a los más necesitados. Sirvan 'a los pobres, a los pequeños, a los afligidos por todo mal y dolor', con 'las mangas arremangadas', como buenas madres, con compasión, creatividad e imaginación, en la caridad".
Una madre sabe dar ternura, pero también los necesarios reproches
"Una madre nunca se rinde ante las necesidades de sus hijos: nunca deja que les falten atenciones, sorpresas, ternura e incluso los necesarios reproches; consigue inventar soluciones y remedios inesperados, incluso ante situaciones difíciles o ante la incomprensión de los demás. Es porque una madre ama, y el amor hace libres y creativos", añadió.
Por tanto, insistió el Papa, el amor de madre "es lo que hace que los 'hijos' se sientan en casa, seguros, aceptados más allá de sus capacidades, logros, condiciones sociales, origen y filiación religiosa, porque una madre ama a todos, no hace diferencias".
"Así es como ama Cristo, así es como ama la Madre Iglesia, y así es como deseo que sepan amar también ustedes, con esta maternidad doméstica, con un corazón generoso y con 'fuerza de codos' (esfuerzo). Así darán alegría y esperanza a muchos, y un ejemplo concreto de vida sana, precioso sobre todo para los jóvenes, a menudo desorientados por modelos existenciales frágiles y vacíos".
Una madre es como un 'samaritano' para sus hijos
Asimismo, explicó que las Hermanitas Misioneras de la Caridad se definen "por vocación como 'congregación samaritana': ¿y quién más que una madre es 'samaritano' para sus hijos? Ella ve, incluso siente sus heridas, se detiene, las cura y finalmente los deja seguir su camino".
Por último, les exhortó "a amar así, como San Luis Orione, como madres en la caridad" y les bendijo. "Y les ruego, no se olviden de rezar por mí", concluyó.
Las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad también cuentan con una rama contemplativa, las Hermanas Sacramentinas No Videntes.
San Orione reunió en Tortona (Italia) a las primeras cuatro mujeres no videntes, con las que dio origen a esta Congregación como parte de su familia religiosa. Desde el 15 de agosto de 1927, ellas llevan a cabo fielmente su misión de entregar la vida a los pies de la Eucaristía en actitud de adoración y oración por la Iglesia, por los que sufren y por los más alejados de Dios.