El P. Jesús Silva, sacerdote de la Archidiócesis de Madrid, ha publicado en sus redes sociales una reflexión sobre la crisis de masculinidad que padece Occidente, en la que reivindica que "el hombre es una criatura preciosa y maravillosa de Dios".
En un vídeo publicado en su canal de YouTube, el P. Silva denuncia que hoy "se quiere crear un modelo de hombre emasculado" y se proscribe y se persigue todo lo masculino.
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El presbítero explica que desde el llamado tercer feminismo se afirma que "el hombre es un potencial peligro", sobre todo "el hombre blanco heterosexual". Por eso considera "importante que reivindiquemos lo que es la verdadera masculinidad".
Origen de la crisis
Con la llegada de la Revolución Industrial y la emigración del campo a las ciudades sucede que el padre se ve forzado a ausentarse del hogar, de tal forma que "los hijos crecen con una ausencia o carencia de padre y la madre asume el rol total de todo lo que hay que hacer en casa", expone.
El padre se convirtió así en un "sustentador que trae comida y que de vez en cuando viene y castiga, y ya está", lo que devino en una crisis de la masculinidad.
Hombres y mujeres somos distintos
El P, Silva trata a continuación de explicar en qué consiste la masculinidad, que "existe porque los hombres y las mujeres somos distintos".
Sin querer caer en estereotipos o generalizaciones, el P. Silva detalla que las mujeres son más delicadas, sensibles, resistentes y detallistas. "Tienen mejor vista, mejor oído y mejor olfato" y tienden más a la comunicación de los sentimientos y a hablar de sí mismas.
El varón, en cambio, suele ser fuerte, vigoroso, capaz de afrontar los peligros y coordinarse con otros. En su desempeño son importantes la táctica y la concentración.
Así, entre otros rasgos, al hombre le gusta ofrecer orientación, protección y seguridad, "busca más el riesgo y el límite", compite y se compara más.
"Sus conversaciones y sus amistades tienen más que ver con temas tácticos o filosóficos que con temas de sentimientos", y está en general "más desconectado del sentimiento y más volcado hacia lo práctico, lo tecnológico, los hechos", considera el sacerdote.
Como padre, "además de ser el que orienta y pone límites, también es aquel que socializa a las crías. Es decir, las saca hacia fuera en el mundo y también en la sociedad", especifica el P. Silva.
Necesaria complementariedad
El presbítero expone a continuidad que la masculinidad, como la feminidad, están heridas. Por ejemplo: "A veces los hombres somos tan cerebrales que nos olvidamos de los sentimientos" o "nos concentramos tanto en los hechos que nos olvidamos de las personas".
Por eso es importante reseñar que ambos deben comprender su complementariedad y ayudarse mutuamente, de tal forma que la mujer ha de enseñar al hombre a ser más sensible, a conversar o a ser más detallista. Y el hombre ha de mostrarle a la mujer cómo "no dar vueltas a las cosas", concentrarse, disfrutar del tiempo presente o simplificar.
Para el P. Silva "es fundamental comprenderlo. ¿Por qué? Porque Dios quiere hombres. Nos ha creado hombre y mujer".