Al cumplirse 250 años de la presencia de Nuestra Señora del Rosario, la patrona de la ciudad y de la Arquidiócesis, la comunidad local celebró este sábado una Misa conmemorativa.
 

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La Eucaristía tuvo lugar en el Patio Cívico del Monumento a la Bandera y fue presidida por el Arzobispo de Rosario, Mons. Eduardo Eliseo Martín. Una multitud se acercó para dar gracias a Dios por este aniversario especial.
 
En su homilía, Mons. Martín destacó la obediencia de María a la voluntad del Padre y su apertura a la acción del Espíritu Santo, que "nos trajeron a Jesucristo, el Redentor del hombre, al Hijo de Dios hecho hombre". "Por eso el título más grande de la Virgen es ser Madre de Dios", afirmó.
 
Y, dirigiéndose a nuestro Padre celestial, le agradeció: "Porque por medio de María vino tu Hijo como salvador del mundo, vino a traernos vida y vida en abundancia, vino a vencer al pecado y a la muerte y a darnos la dignidad de ser hijos de Dios, y vino a darnos la esperanza, a decirnos que la vida es más fuerte que la muerte".
 
El prelado hizo también memoria de la presencia de la Virgen en Rosario, cuya imagen llegó el 3 de mayo de 1773 desde España, gracias al esfuerzo de unos 200 o 300 pobladores del entonces llamado "Pago de los Arroyos".
 
"Cuando la Argentina aún no había nacido como tal, cuando faltaban 37 años para la revolución de Mayo y 39 para que Belgrano izara por primera vez la bandera argentina en las barrancas del Paraná, ya estaba entre nosotros la venerada imagen que aquí tenemos", destacó Mons. Martín. "Por eso la llamamos Patrona y Fundadora", porque les dio el nombre a la ciudad y a la Arquidiócesis.
 
Seguidamente, rogó la "poderosa intercesión" de la Virgen: "Que nos libre de las epidemias y de las adicciones, para que haya fuentes de trabajo digno y que podamos vivir en paz".
 
También expresó su solidaridad con las víctimas de la violencia, "especialmente de las víctimas inocentes, cuya lista se engrosa cada día sin que mengüe para nada". 
 
"Y no podemos dejar de reclamar a las autoridades correspondientes que deben hacer algo, que no pueden seguir perdiéndose vidas sin que se haga lo suficiente. ¿Qué tendrá que pasar en Rosario para que algo cambie?", cuestionó, llamando al mismo tiempo a enfrentar los problemas para evitar consecuencias cada vez más dolorosas.
 
Y así como el Evangelio dice: "El Señor está contigo", Mons. Martín aseguró que "en medio de los sufrimientos de esta vida sabemos que Dios está entre nosotros, que si nos apegamos a Él, la vida de los hombres está salvada".
 
Finalmente, llamó a la comunidad a poner la ciudad y la Arquidiócesis en manos de María: "Confiamos en su protección maternal y en su poderosa y tierna intercesión ante su Divino Hijo. Sabemos que donde abundó el pecado sobreabundó la gracia: aunque a veces las nubes del mal parecen prevalecer; sin embargo es mucho más el bien que el mal".
 
El prelado invitó a ser misioneros de la paz y a rezar el Santo Rosario, especialmente en familia. Y, en alusión al título de la ciudad -la Ilustre y Fiel Villa del Rosario-, anheló  "pueda seguir siendo la 'ilustre y fiel'; ilustre en la integridad de su fe y fiel en el cumplimiento de sus santos deberes".
 
Dando gracias al Señor por tantos beneficios recibidos en estos 250 años, el Arzobispo concluyó con un llamado a mirar el futuro con esperanza: "Que, en medio de las dificultades de la mano de María, como nos dice el Papa Francisco: 'No nos dejemos robar la esperanza'".