Encabezados por el Arzobispo de Corrientes (Argentina), Mons. Andrés Stanovnik, miles de católicos participaron el miércoles 3 de mayo en la procesión en honor de la Santísima Cruz de los Milagros. 
 

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Los fieles partieron de la parroquia Santísima Cruz de los Milagros, y recorrieron las calles llevando una réplica de la Cruz original, símbolo de la fundación de Corrientes, adornada con flores rojas y amarillas, y acompañada por imágenes de santos. 
 
También tomaron parte autoridades municipales, funcionarios provinciales y miembros de las fuerzas de seguridad. Al finalizar la procesión, los participantes asistieron a la celebración de la Eucaristía presidida por el Arzobispo.
 
En su homilía, Mons. Stanovnik destacó que, con la procesión, había culminado el "Mes de Corrientes", en el que cada año se conmemora la fundación de la ciudad. 
 
"El milagro de este madero está en su capacidad de generar amor en el corazón de los hombres y convertirlos en familia, en pueblo y en pueblos hermanados", afirmó.
 
Abrazado por Jesús "libremente y por amor", este madero "es la señal definitiva de la derrota del odio y de la venganza", sostuvo.
 
Por otra parte, hizo hincapié en la importancia de la buena memoria: para el futuro y para caminar juntos. "No hay otro signo que concentre mayor atención, desde la fundación de Corrientes hasta nuestros días, que el signo de la Cruz", aseguró.
 
Junto con la Virgen de Itatí, "concentran y representan lo esencial del mensaje cristiano: que Dios se hizo cercano al ser humano a tal punto que asumió su condición y, mediante sus palabras y sus gestos, nos mostró cuál es el camino para llegar a Dios, no como individuos aislados unos de otros, sino como personas, familias y pueblos".
 
Finalmente, animó a "caminar juntos, con la convicción de que el otro siempre tiene algo que aportar, que las diferencias no deben convertirse en amenazas, sino en oportunidades".
 
"La Cruz Redentora de Jesús es la señal más universal con capacidad para generar un pensamiento verdaderamente integrador, y con la potencia real de forjar la fraternidad entre todos los pueblos. Lo atestiguan de modo irrefutable los hechos concretos de nuestra historia de más de 400 años", concluyó.