Una restauración de la talla del Cristo de Lepanto que se conserva en la Catedral de Barcelona (España) ha desvelado que su hasta ahora característico color negro en realidad son restos de humo, cera de velas y barnices que buscaron igualar ese tono oscuro.
La restauración encargada por el Cabildo de la Catedral de Barcelona de la imagen gótica, que probablemente fue tallada en el siglo XIII, ha retirado todas las capas añadidas y dejado a la vista el color claro de la madera.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
Los responsables de estos trabajos explican que la imagen no fue oscura siempre, pues se conservan grabados de finales del siglo XIX y principios del XX que representan el Cristo con la superficie blanca de modo deliberado.
Por ello se han retirado las capas de suciedad hasta sacar a la luz la policromía que se parece más a la forma de representar la carne en el periodo gótico, aunque sin llegar a la original, según se detalla en un reportaje publicado por la Catedral de Barcelona.
Para llevar a cabo la restauración se hicieron unos estudios previos que incluyeron la toma de radiografías y muestras.
La limpieza de la escultura se realizó con agua destilada caliente y goma de borrar.
Curvatura 'milagrosa'
La tradición cuenta que la talla estaba embarcada en la nave que capitaneaba Don Juan de Austria en la decisiva Batalla de Lepanto, en la que la Liga Santa impulsada por el Papa San Pío V se impuso a la armada turca el 7 de octubre de 1571.
La Liga Santa estaba formada por el Imperio Español, los Estados Pontificios, la República de Venecia, la Orden de Malta, la República de Génova y el Ducado de Saboya.
La imagen, una de las más veneradas en la Archidiócesis de Barcelona, se caracteriza además por su forma curvada, atribuida a un hecho milagroso sucedido durante la decisiva contienda naval en la que participaron más de 400 barcos de guerra.
Dos son las tradiciones sobre esta particularidad. La primera la atribuye a que el Cristo esquivó así un proyectil durante la contienda, mientras que la segunda asegura que, trasladada a la bodega de la nave capitana de la coalición católica, se curvó para taponar una vía de agua.
Lepanto y el Santo Rosario
Consciente de la importancia de una victoria de la Liga Santa sobre los turcos para el futuro de la cristiandad, San Pío V rogó que se rezara el Rosario con esta intención y, en agradecimiento por el resultado, dedicó el mes de octubre a la piadosa oración mariana.
Este Pontífice fue el que fijó el modo en que se debe rezar esta oración, que permanece casi igual en nuestros días. La modificación más notoria desde entonces fue la incorporación de los misterios de Luz por San Juan Pablo II.
El Papa Gregorio XIII instauró además la fiesta de la Virgen del Rosario el primer domingo de octubre, al considerar que esta oración fue decisiva para la victoria de la cristiandad sobre el poder musulmán que llevaba amenazando Occidente siglos.
Con posterioridad, se fijó la fecha de la fiesta el 7 de octubre, en recuerdo de la batalla.