Durante el encuentro mantenido por el Papa Francisco con los pobres y refugiados en su segundo día en Hungría, los hijos mayores de la familia Yakovlev, han interpretado una canción en agradecimiento a la acogida que Cáritas les brindó cuando tuvieron que huir de Ucrania.
Hace casi un año, "los misiles estallaron durante toda la noche en Dnipropetrovsk", ha explicado al Santo Padre Oleg Yakovlev, acompañado de su mujer, Lyudmila y sus cinco hijos Daniel, María, Alexandra, Iliya y Elizaveta.
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Tomaron la decisión de marcharse, pero "¿a dónde ir?" se preguntaron. Oleg en seguida recordó su estancia hace casi medio siglo en el país magiar: "Serví como cocinero-soldado en Hungría y hasta hoy recuerdo bien la hospitalidad y amabilidad de los húngaros, incluso aprendí un poco el idioma".
A pesar de que Budapest dista 1.500 kilómetros de su ciudad de origen, tuvieron claro su destino.
"El viaje duró varios días, estábamos muy cansados, pudimos llevar muy poco con nosotros", continuó Oleg Yakovlev. Al llegar a Hungría, primero recibieron el apoyo "de buenas personas" que les dieron alojamiento.
Más tarde, la familia encontró apoyo en el Centro Católico de Integración coordinado por Cáritas.
"Recibimos ayuda económica tangible en forma de vales, lo que fue un salvavidas para mi familia en los primeros días de pobreza, y también nos dio ánimos y esperanza", ha explicado el padre de familia.
"Hungría fue el comienzo de una nueva vida, de una nueva posibilidad. Aquí nos acogieron y encontramos un nuevo hogar", ha resumido.
Oleg Yakovlev expresó su agradecimiento al Santo Padre "por hablar en favor de la paz y por defender a las víctimas de la guerra" y, también, "por el afecto de los fieles católicos y por sus oraciones, que no sólo nos ayudan, sino que nos fortalecen".
Al concluir su testimonio, la familia Yakovlev entonó "una canción de agradecimiento para los trabajadores de Cáritas Hungría", con la que han querido "expresar al mismo tiempo respeto por las víctimas, gratitud por quienes les ayudaron y un deseo de paz y oración".
El Santo Padre también escuchó con atención el testimonio de Brigitta Kanalas, madre cuya vida ha estado jalonada de dificultades personales y familiares. La Iglesia greco-católica húngara le brindó su apoyo y le ofreció, casa, trabajo y apoyo religioso.
El turno de testimonios lo cerró el matrimonio formado por el diácono permanente Zoltán Kunszabó y Anna Pataki, volcados en la atención a las personas sin hogar en Budapest, cerca de 2.500.
El matrimonio ha referido que, más allá de las carencias materiales, el principal problema de las personas a las que ayudan es "el agotamiento de sus recursos interiores y la falta de relaciones humanas de apoyo".