En el primer día de su visita apostólica a Hungría, el Papa Francisco mantuvo un encuentro con los obispos, sacerdotes, religiosos, consagradas y agentes pastorales que sirven en el país. Allí, escuchó el testimonio de dos sacerdotes -uno de ellos greco-católico-, una religiosa y una catequista.
En primer lugar, tomó la palabra el P. Joseph Brenner, de la Diócesis de Szombathely, y hermano del Beato Mártir János Brenner.
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En sus palabras, el sacerdote recordó que quienes vivieron la Segunda Guerra Mundial "siempre fuimos fieles a la Iglesia, tuvimos que huir y finalmente sufrimos la persecución del comunismo durante décadas".
Hijos de padres cristianos, sus dos hermanos y él tomaron la vocación sacerdotal. Su hermano János "fue brutalmente asesinado a los 26 años por el régimen ateo. Su Santidad lo colocó en las filas de los beatos en 2018", recordó.
El P. Brenner destacó que el lema sacerdotal de su hermano mártir es: "Todo contribuye al bien para los que aman a Dios".
"Con fe inquebrantable y con fidelidad, repetimos las palabras del Apóstol San Pedro: 'Señor, ¿a quién iremos?, Tú tienes palabras de vida eterna'", concluyó.
Sándor Kondás, sacerdote greco-católico de la Eparquía de Miskolc, responsable del estudio del Centro de Medios Greco-Católicos en Hungría, también ofreció su testimonio ante el Papa Francisco.
"Doy gracias a Dios por haber nacido húngaro, greco-católico, y por haber plantado en mí la semilla de la vocación sacerdotal", expresó.
La mayoría de las Iglesias católicas orientales que responden a Roma, como la greco-católica, permiten entre sus sacerdotes a hombres que han contraído matrimonio.
Al recordar los inicios de su vocación sacerdotal, el P. Kondás hizo referencia a su esposa, junto a quien vivió "el milagro de poder decir juntos y de forma irrevocable: 'Ofrezcámonos nosotros mismos, el uno al otro y toda nuestra vida, a Cristo, nuestro Dios'".
"Después de adoptar un niño en el séptimo año de nuestro matrimonio, tuvimos cuatro hijos más, el quinto con síndrome de Down. El Señor nos ayudó a aceptar sus capacidades y condiciones de salud tal como eran en su escenario divino", valoró.
Finalmente, agradeció a Dios porque "me hizo comprender que el éxito del ministerio sacerdotal no se basa en lo que yo pueda hacer, sino en vaciarme de mí mismo para abandonarme a Él".
Los testimonios de una religiosa y una catequista
Seguidamente, la religiosa dominica Krisztina Hernády agradeció la presencia del Papa Francisco en Hungría y centró su testimonio en el interrogante: "¿Por qué una decide hacerse religiosa en el siglo XXI?".
En primer lugar, recordó que en su infancia nació en su corazón el deseo de convertirse en santa. "No vale la pena vivir por menos", afirmó.
"Pero cuando empecé a darme cuenta de que Dios me llamaba a un camino muy concreto, empecé a discutir con Jesús de por qué me llamaba a mí", recordó, pues la vida religiosa "no me entusiasmaba especialmente, al menos al principio".
Fue durante un retiro dirigido por los jesuitas que descubrió "la alegría de estar en una relación directa y personal con Dios", y al mismo tiempo "la convicción de que todos en el mundo deberían conocer esta alegría y el deseo de trabajar por ella".
La joven religiosa dominica hoy vive y enseña en Hódmezövásárhely, al sur de Hungría, junto con otras seis hermanas.
En esa región, explicó, "la imagen de un Dios que nos ama personalmente y cuida de nosotros, ha palidecido en la mente de la gente durante las pruebas de los últimos siglos", lamentó.
"Como consecuencia, nos enfrentamos cada día a la pobreza física, y sobre todo a la pobreza espiritual de la gente", admitió. Sin embargo, "en el corazón de la gente hay una apertura a la bondad y una búsqueda de respuestas verdaderamente puras".
"Mis hermanas y yo trabajamos para ser instrumentos de Dios a través de los cuales podamos mostrar a los que viven aquí la alegría del Evangelio", concluyó.
El último testimonio fue el de una colaboradora de la Comisión de Catequesis de la Conferencia Episcopal Húngara, Dorina Pavelczak-Major, quien saludó al Papa Francisoco en nombre de los agentes pastorales laicos, ministros de la Liturgia de la Palabra, ministros extraordinarios de la Comunión Eucarística, lectores, acólitos y catequistas.
"En nuestro ministerio nos centramos en profundizar en la fe de las personas que nos han sido confiadas, preparándolas para la digna santificación del domingo, celebrando la Liturgia, practicando la caridad y promoviendo la autogestión comunitaria", precisó.
Además de en los ámbitos de la educación católica, trabajan en instituciones educativas públicas, "porque son muchos los que esperan el Evangelio de Jesucristo", aseguró. Por eso, consideró importante "comprender, tocar el corazón de los que buscan la verdad última, e introducirlos en nuestra madre Iglesia".
Conscientes de que "no hay otro camino para permanecer en la humanidad que seguir a Jesucristo", destacó que "el auténtico ministerio evangelizador se expresa también por nuestra presencia en la vida de las familias cristianas, en diálogo con ellas".
Finalmente, agradeció al Papa Francisco por las disposiciones en relación a la evangelización, la catequesis y las cuestiones sociales, que han sido "de gran ayuda", junto con la renovación ofrecida en la carta apostólica Antiquum ministerium, que instituye el ministerio del catequista.
"Damos gracias porque, como los apóstoles, también nosotros podemos vivir y decir con confianza que Jesucristo es nuestro futuro, que Él es el Camino, la Verdad y la Vida", concluyó.