El Dr. José María Simón Castellví, presidente emérito de la Federación Internacional de Asociaciones Médicas Católicas (FIAMC), asegura que "la eutanasia no es humana".
"Las leyes de eutanasia siempre provocan más eutanasia, en una pendiente deslizante que va, de la supuestamente consentida, a la eutanasia aplicada a menores o enfermos mentales", denuncia el experto en declaraciones a ACI Prensa.
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Al ser preguntado sobre las razones que llevan a las personas a justificar la eutanasia, el Dr. Simón indica que esto "se produce en muchos casos por temor a sufrir. En otros, por malicia".
"El mal existe y el mal absoluto, también. Éste actúa en todos los frentes: legales, medios de comunicación, hospitales, escuelas, etc. Intenta llevar a las personas a la desesperación y a la autodestrucción", recuerda el experto, y por ello "es muy importante identificar el mal y obviarlo. Hay que hacer el bien: 'vince in bono malum' (vence el mal con el bien)".
¿Qué deben hacer los médicos ante la amenaza de la eutanasia?
Sobre lo que se puede hacer con personas que padecen una enfermedad terminal, el también ex miembro del Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios resalta que "siempre hay que ofrecer los cuidados paliativos. Es un insulto a los profesionales oír constantemente propaganda en favor de la eutanasia apelando a dolores insufribles".
"El dolor existe, sí, pero hay muchos remedios para paliarlo. A veces incluso se aplica la sedación profunda si es necesaria, nunca con la intención de eliminar al paciente, sino para mejorar sus síntomas y con las dosis y posología adecuadas para ello, aunque pueda haber efectos secundarios", refiere el Dr. Simón.
El especialista señala además que "los médicos y los demás profesionales sanitarios existimos para confortar al paciente, nunca para hacerle daño. Una de las primeras máximas de la medicina ha sido siempre el 'primum non nocere' (lo primero es no hacer daño)".
"La medicina cura, alivia, consuela, rehabilita, previene. Está para combatir la enfermedad, no para combatir contra el paciente. Los cuidados paliativos atienden las necesidades biológicas, psicológicas, sociales, familiares y espirituales de las personas enfermas", continúa.
"Ahí está una parte importante de nuestra actividad contra las peticiones de eutanasia. Si la persona está bien tratada, raramente la pide", subraya el también miembro de número de la Real Academia Europea de Doctores.
"Los seres humanos, aun con los mejores cuidados, de una manera u otra, sufrimos. De ahí que la (carta apostólica) Salvifici Doloris de San Juan Pablo II nos exhortara a unir nuestras penas a los sufrimientos de Cristo. ¡Con Él sacaremos rédito incluso de nuestra fragilidad!", exclama.
Tras recordar que "la vida es un don que hemos recibido de Dios. Debemos apreciarlo con gratitud y cuidarlo con mimo", el experto destaca que "la eutanasia o el suicidio asistido son ofensas graves a Dios, a nuestros padres, a la sociedad, a los sanitarios que nos cuidan y a nosotros mismos".
El Papa San Juan Pablo II publicó en 1995 su encíclica Evangelium vitae, en la que señala que "la eutanasia es una grave violación de la Ley de Dios, en cuanto eliminación deliberada y moralmente inaceptable de una persona humana".
Por su parte, el numeral 2324 del Catecismo de la Iglesia Católica establece que "la eutanasia voluntaria, cualesquiera que sean sus formas y sus motivos, constituye un homicidio. Es gravemente contraria a la dignidad de la persona humana y al respeto del Dios vivo, su Creador".