Mons. Rogelio Cabrera López, presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) y Arzobispo de Monterrey, dio un mensaje de apertura en la 114a Asamblea plenaria, en el que invitó a los obispos a ser artesanos de paz y a rezar mucho al Espíritu Santo para que sea su guía.
"Estamos llamados a ofrecer esa misma paz que Jesús da, no como la da el mundo, sino de tal manera que suscite constructores y artesanos de estructuras pacíficas", indicó el prelado.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
El Arzobispo de Monterrey también recordó el ejemplo del Papa Francisco, "quien con ánimo decidido y con valentía, ha hecho llamados a la paz a los que viven en guerra en Ucrania, en Siria y demás naciones de la tierra. Él nos pide insistentemente que hagamos oración y tomemos conciencia de que las guerras son un mal y en ellas perdemos todos, especialmente los niños y los pobres".
En su discurso, Mons. Cabrera habló asimismo sobre la importancia de que los obispos tengan una "audacia profética" ante "situaciones que expresan serios desafíos para nuestra misión pastoral".
Entre estas situaciones, el presidente de la CEM apuntó a la creciente pobreza, los conflictos sociales y políticos y el drama de los migrantes.
"En medio de esta atmósfera de desconcierto e incertidumbre, y de diferentes brotes de violencia en muchos ámbitos de nuestro país, los obispos mexicanos estamos llamados a ser promotores de paz, caminando juntos", expresó.
El prelado señaló luego que los obispos están entonces "ante la exigencia de no acobardarnos, de ser valientes, pero no conflictivos; arrojados, pero sin provocaciones innecesarias; firmes en nuestros señalamientos, pero cuidándonos de no ofender a nadie; portavoces de nuestros fieles, pero sin buscar el protagonismo y los reflectores".
Recordando el reciente inicio de la novena intercontinental Guadalupana, "que nos prepara aún más a la celebración de los 500 años del encuentro de la Virgen de Guadalupe con San Juan Diego", el prelado invitó a los obispos a pedir el amparo de Santa María, "escuchando como hijos su mensaje simple y tierno: ¿No estoy yo aquí que soy tu Madre?, la Madre del amor por quien se vive".
Por su parte, el Nuncio Apostólico en México, Mons. Joseph Spitieri, agradeció a los obispos de México "por la gran labor social que nuestras comunidades cumplen en favor de la defensa de los derechos y la dignidad de las personas humanas".
Mons. Spitieri les señaló asimismo: "Durante esta asamblea plenaria ustedes se han propuesto construir como pastores caminos comunes para fortalecer la misión de la Iglesia y su incidencia en la realidad de nuestro querido México".
"Sin duda es importante seguir analizando el contexto social y político de México con sus luces y sombras para comprender mejor la evolución de ciertas realidades, las respuestas que puede ofrecer cada Iglesia local y la Conferencia a nivel nacional", expresó.
La noche del lunes 17 de abril, el Nuncio bendijo el memorial que se ha hecho en honor a Fray Gabriel Chávez de la Mora en Casa Lago, un lugar diseñado por el religioso, fallecido en diciembre de 2022, y donde los obispos tienen sus reuniones, como esta asamblea.
Mons. Spitieri dio "gracias a Dios por todo el bien realizado en los espacios litúrgicos, los cuales fueron diseñados y construidos con su toque especial conforme a la reforma que nos pide Sacrosanctum Concilium en su capítulo séptimo".
Fray Gabriel Chávez de la Mora, conocido en México como "el artista de Dios", fue un monje benedictino y arquitecto que realizó grandes obras como la Basílica de Guadalupe junto con otros dos importantes arquitectos, varios monasterios benedictinos, capillas, remodelaciones o ampliaciones en catedrales como las de Morelos, Chihuahua y Tabasco. En 2020 ganó el Premio Nacional de Arquitectura.
Mons. Spitieri concluyó afirmando que el memorial "nos permite contemplar su espiritualidad: La cruz griega que era un signo constante de uso, el jardín con espejos de agua, que simboliza el Bautismo y a su vez la quietud que debemos tener para entrar al encuentro con Dios en la capilla".