Este Viernes Santo, 7 de abril, el Papa Francisco presidió la celebración de la Pasión del Señor en la Basílica de San Pedro del Vaticano.
A las 5 p.m. (hora de Roma), dio comienzo esta celebración ante la presencia de 4 mil personas. Entre ellos fieles, cardenales, obispos y sacerdotes.
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El Santo Padre presidió la liturgia de la Pasión del Señor y la homilía, como cada año, corrió a cargo del Predicador de la Casa Pontificia, el Cardenal Raniero Cantalamessa.
El Santo Padre llegó en silla de ruedas a la Basílica desprovista de ornamentos e iluminada tenuemente, en consonancia con la sobriedad de la ceremonia en la que no se celebró la Eucaristía.
El Papa Francisco apareció con la habitual vestimenta púrpura de Viernes Santo, en recuerdo de la sangre de Cristo derramada en la Cruz.
El Evangelio de San Juan que relata la Pasión de Cristo fue salmodiado en latín y de manera solemne, por tres diáconos y el coro de la Basílica.
En el momento en que se relata la muerte del Señor, todo quedó en completo silencio y los presentes en la Basílica de San Pedro se pusieron de rodillas.
También se leyó la oración universal de los fieles en la que este Viernes Santo se reza por la Iglesia, el Papa, los obispos, sacerdotes, los catecúmenos, la unidad de los cristianos, los judíos, los que no creen en Dios y los gobernantes.
Al término de la celebración, el Papa Francisco y los cardenales veneraron la Cruz de Cristo.
En su homilía, el Cardenal Cantalamessa afirmó que "fuimos nosotros, vosotros y yo, quienes matamos a Jesús de Nazaret".
Asimismo, destacó que "su resurrección nos asegura que este camino no conduce a la derrota, sino que, gracias a nuestro arrepentimiento, conduce a esa 'apoteosis de la vida', buscada en vano por otros caminos".