En el marco del séptimo aniversario de la partida de nuestra querida Madre Angélica a la Casa del Padre, presentamos 3 oraciones escritas por la fundadora de EWTN y que te podrían ayudar a ser un mejor cristiano.
En el libro "Las oraciones y devociones personales de la Madre Angélica", publicado por el periodista y conductor de EWTN Raymond Arroyo, se hallan diversas plegarias redactadas por la religiosa, así como una recopilación de sus principales meditaciones.
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En la introducción, Raymond Arroyo señala que para Madre Angélica rezar era "una forma de vida". Asimismo, sostiene que ella definía a la oración como un "vaciarnos de nosotros mismos y llenarnos de la Trinidad".
Más adelante, Arroyo cuenta que una hermana, que acompañó a la fundadora de EWTN por muchísimos años, la describió como alguien que podía ser muy comunicativa con todos, pero que cuando iba en la movilidad o de viaje, permanecía en silencio y rezando.
El periodista relata, además, que la Madre Angélica instruía a sus religiosas en la importancia de la oración diciéndoles: "Es muy sencillo orar sin cesar. Significa vivir en el Momento Presente. Eso es todo lo que hace falta, y puedes hacerlo estés donde estés".
"A veces esa unión con Dios y esa oración incesante es una oración de angustia, una oración de lágrimas o una oración de alegría", enfatizaba la iniciadora de la gran familia de EWTN.
1. Oración de la mañana
Buenos días, Jesús. Quiero entregarte este día con todo mi amor. Quiero unir cada uno de mis pensamientos y acciones con cada uno de los pensamientos y acciones de tu vida terrenal. Ayúdame a ser amable y paciente. Parece un día difícil -un día de decisión- y no estoy segura del curso correcto a tomar. Un día de dolor, y me siento débil, un día de incertidumbre, y tiendo a perder la esperanza. No permitas que hoy me olvide de tu amor y providencia permanentes. Camina a mi lado y, cuando dude, pon tus brazos a mi alrededor y afianza mis pasos vacilantes. Guíame por tus caminos y dame esa seguridad que viene con la fe; fe en tus promesas, fe en tu amor.
2. Oración en el trabajo
Señor Dios, muéstrame tu voluntad en mi vida. Dame el trabajo que mejor se adapte a los talentos que me has dado. Bendíceme con compañeros de trabajo que me ayuden a permanecer cerca de Ti. Concédeme que mi trabajo no sea una fuente de perturbación o tentación. Dame la fuerza para hacerlo bien y con entusiasmo y bendice mis esfuerzos por dar testimonio de tu amor. Dame un salario justo y no permitas que desee más de lo que merezco. Bendice a mi empleador y dale la sabiduría para usar los dones que le has dado para tu honor y gloria. Señor Jesús, no permitas que hoy pierda de vista tu presencia en mi alma. Acalla el ruido a mi alrededor para que pueda escuchar el suave susurro de tu Voz.
3. Oración para ser bondadoso
Querido Jesús, hazme bondadosa. Miro en tu vida y tu bondad se destaca como una estrella solitaria en una noche oscura. Por muy cansado que estuvieras, siempre tenías tiempo para los enfermos, los pobres pecadores, los niños y todos los necesitados. Tu corazón se compadecía de sus debilidades y te acercaste a ellos con amorosa compasión. Cuando me sienta impaciente ante las flaquezas de mi prójimo, Señor Jesús, concédeme que no sólo piense en Tu bondad, sino que me detenga un momento y entre en ella; haz que sienta Tu bondad en el fondo de mi alma para que mi oración no sea vacía. Necesito participar en Tu bondad si quiero ser bondadoso. No puedo hacerlo sola. Mi pobre alma tiende a criticar a los demás y esto me hace impaciente y poco amable. Comprendiste tan bien la naturaleza humana que diste a todos la oportunidad de arrepentirse. Nunca señalaste las faltas triviales de Tus Apóstoles ni les exigiste perfección exterior. Sólo les corregiste cuando las faltas que cometían eran profundamente interiores y ponían en peligro su unión contigo y con el Padre. Los celos, la ambición y la avaricia fueron las faltas que Tú sacaste rápidamente a la luz para poder limpiar a los Apóstoles de estas peligrosas tentaciones. Dame la gracia, Señor Jesús, de distinguir entre los defectos de carácter que forman parte del temperamento de mi prójimo y las malas tendencias que destruyen la gracia en su alma. Ayúdame a soportar las primeras con amor y a corregir las segundas con valentía. Ayúdame a amar al pecador, pero nunca a consentir su pecado. Por favor, querido Jesús, permíteme quitar primero la viga de mi propio ojo antes de ver siquiera la paja en el ojo de mi prójimo.