Con motivo del Jubileo por el 125° aniversario de la Arquidiócesis de Tucumán, el Nuncio Apostólico en Argentina, Mons. Miroslaw Adamczyk, visitó la ciudad y se unió a los festejos que llevaron el lema "Caminemos juntos".
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La celebración incluyó la entronización, en la Catedral de Nuestra Señora de la Encarnación, de las reliquias del Beato Fray Mamerto Esquiú, un obsequio de la Arquidiócesis de Córdoba.
El Nuncio llegó a Tucumán el viernes 24 de marzo y en su primera jornada presidió un encuentro de oración en la Basílica de Nuestra Señora de la Merced y una Misa en el Seminario Mayor.
Al día siguente, el sábado 25, concelebró la Misa de cierre del Jubileo por el 125° aniversario de la fundación de la Arquidiócesis de Tucumán, creada el 15 de febrero de 1897.
En sus orígenes, la entonces diócesis comprendía también las regiones de las actuales circunscripciones de Santiago del Estero, Catamarca, Concepción y Cafayate.
Desde la Arquidiócesis eligieron esta fecha para las celebraciones con el propósito de hacerla coincidir con la Solemnidad de la Anunciación del Señor.
La homilía estuvo a cargo de Mons. Adamczyk, quien hizo memoria agradecida de los diez obispos y arzobispos que han gobernado pastoralmente Tucumán.
El Nuncio se refirió también a la comunidad formada por sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas; a los laicos comprometidos, catequistas, miembros de diferentes movimientos y apostolados; y al "santo pueblo de Dios que vive aquí".
El cierre del Jubileo arquidiocesano, afirmó Mons. Adamzcyk, es una ocasión para decir "¡Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad!".
"Queremos renovar nuestra fe, para acompañar la proclamación de la Buena Nueva a todos", añadió. Por eso, pidió a Dios que les conceda a los miembros de la comunidad católica de Tucumán "ser felices mensajeros de la Buena Noticia".
"Que en la arquidiócesis no falten vocaciones; que crezca la fe del pueblo; que todos vivan en la paz con muchas gracias terrestres y celestiales, de salud y prosperidad; que Dios los bendiga", concluyó.
Durante la Eucaristía, el Arzobispo de Tucumán, Mons. Carlos Alberto Sánchez, dio gracias al Señor por "ser familia en la Iglesia Católica, en esta Iglesia que camina, no hace 125 años, sino muchos más".
En esa línea, afirmó que aunque fue constituida como diócesis hace 125 años, "desde la fundación de Tucumán, María camina con nosotros y el desafío es crecer en fraternidad".
Y sostuvo: "El Señor no nos deja solos, Él siempre está con nosotros y esa certeza de que Dios está con nosotros es la que nos da la fuerza para crecer en esperanza".
"Aún en medio de las dificultades vamos a caminar juntos y vamos a crecer en esperanza, poniendo todo de nosotros mismos para el bien de todos", anheló.
Las reliquias de Fray Esquiú podrán ser veneradas en Tucumán
En el marco de los festejos, el sábado fueron entronizadas en la Catedral de Tucumán las reliquias del Beato Fray Mamerto Esquiú.
La ceremonia estuvo encabezada por Mons. Adamczyk y contó con la presencia de Emma Pacheco Paz, la niña de Tucumán que recibió el milagro que permitió la beatificación del fraile. La menor presentó las reliquias al Nuncio.
Emma Pacheco nació con osteomielitis femoral grave, con un pronóstico muy negativo, y tuvo una recuperación milagrosa atribuida a la intercesión del fraile franciscano.
Gracias a "una fe profunda", la familia de la pequeña, afirmó el Arzobispo de Tucumán, "le arrancó un milagro al Señor por intercesión del Beato Fray Mamerto Esquiú".
El médico traumatólogo de la niña, tomó la palabra para explicar su curación: "Yo he tenido la gracia del Señor de poder asistir a una pacientita que se nos moría primero, y después desarrolló una enfermedad en el fémur que la condenaba a ser discapacitada para siempre. Estábamos todos los médicos desesperados", recordó.
En ese momento, consiguieron una reliquia de Fray Esquiú, que había tocado su corazón incorrupto, y además de rezarle, comenzaron a pasarla por la zona enferma del cuerpo de Emma.
"En 15 días la paciente estaba totalmente curada y de una manera imposible", afirmó el médico. Debido a ello dio gracias a Dios "por escuchar a nuestro Beato, y a él por interceder por nosotros. Fray Mamerto Esquiú, ruega por nosotros", rezó.
Luego, el Obispo Auxiliar de Tucumán, Mons. Roberto Ferrari, trasladó las reliquias al interior de la Catedral, donde quedarán entronizadas para que los fieles puedan venerarlas.
Las reliquias recuerdan el paso de Fray Esquiú por la Catedral de Tucumán el 19 de febrero de 1856, cuando predicó en la consagración del templo. Además, es un homenaje del pueblo tucumano por el milagro concedido a la pequeña Emma.
Fray Mamerto Esquiú nació el 11 de mayo de 1826 en la localidad de San José de Piedra Blanca, Catamarca, y murió el 10 de enero de 1883 en el paraje La Posta de El Suncho, en la misma provincia argentina.
Se desempeñó como fraile, sacerdote, obispo, educador, periodista y legislador, con una importante participación en defensa de la primera Constitución Argentina, en 1853.
El milagro atribuido a su intercesión fue aprobado en 2019 por la Comisión Teológica de la Congregación para las Causas de los Santos del Vaticano.
El 21 de noviembre de ese año, la Consulta de los Médicos de nivel internacional convocada por la Santa Sede declaró la inexplicabilidad del milagro. El Papa Francisco lo declaró beato el 19 de junio de 2020.
Su beatificación se celebró en San José de Piedra Blanca el 4 de septiembre de 2021.