En su reflexión antes del rezo del Ángelus en este V Domingo de Cuaresma, el Papa Francisco afirmó que Jesús da la vida, incluso cuando parece que no hay esperanza o que, por alguna situación dolorosa de la vida, "ya no hay nada que hacer".
Así lo indicó el Santo Padre al meditar en el Evangelio de este domingo, que narra la resurrección de Lázaro, un amigo de Jesús.
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"El mensaje es claro: Jesús da vida incluso cuando parece que ya no hay esperanza", resaltó el Santo Padre.
"Sucede, a veces, que uno se siente desesperanzado –esto le ha pasado a todo el mundo– o encontrarse con personas que han perdido la esperanza, amargadas porque han vivido cosas malas" como "una pérdida dolorosa, una enfermedad, una decepción amarga, por sufrir un agravio o una traición, por un grave error cometido... y han dejado de esperar", comentó el Papa.
"A veces oímos que alguien dice: '¡Ya no hay nada que hacer!', y cierra la puerta a toda esperanza. Son momentos en los que la vida parece una tumba cerrada: todo es oscuro, a nuestro alrededor sólo vemos tristeza y desesperación", lamentó el Santo Padre.
"El milagro de hoy nos dice que no es así, que este no es el final, que en esos momentos no estamos solos, al contrario, que es precisamente en estos momentos cuando Jesús se acerca más que nunca para devolvernos la vida", subrayó.
Tras resaltar que Jesús llora con cada uno, el Papa remarcó que "Jesús nos invita a no dejar de creer y esperar, a no dejarnos aplastar por sentimientos negativos".
El Santo Padre indicó asimismo que el Señor "se acerca a nuestros sepulcros y nos dice, como entonces: 'Quita la piedra'. En estos momentos tenemos como una piedra adentro y el único capaz de quitarla es Jesús, con su palabra: 'Quita la piedra'".
"Quita la piedra: el dolor, los errores, incluso los fracasos, no los escondas adentro, en una habitación oscura, solitaria, cerrada. Quita la piedra: saca todo lo que hay adentro. 'Ah, me avergüenza'. Lánzamela con confianza, dice el Señor, no me escandalizaré; lánzala sin miedo, porque yo estoy contigo, te quiero y deseo que vuelvas a vivir".
Tras alentar no ceder "al miedo que paraliza", el Papa exhortó a ser testimonios de Jesús allí en nuestros ambientes de la vida cotidiana.
"Y también quisiera decir una palabra a los confesores: queridos hermanos, no olviden que también ustedes son pecadores, y que están en el confesionario no para torturar, sino para perdonar, y perdonarlo todo, como el Señor lo perdona todo", recomendó.
Para concluir, el Papa Francisco hizo votos para que "María, Madre de la esperanza, renueva en nosotros la alegría de no sentirnos solos y la llamada a llevar la luz a las tinieblas que nos rodean".