Steve W. Mosher, presidente del Population Research Institute y experto en demografía y en asuntos de China, criticó el acuerdo del Vaticano y el gigante asiático para el nombramiento de obispos católicos.
Mosher, que desde 1979 trabaja en favor de los derechos humanos y contra los programas de control de población, publicó un texto titulado "El acuerdo China-Vaticano", en el que pretende explicar el que sería "el mayor error cometido por los diplomáticos en sus negociaciones con China".
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
Dicho error, sostuvo, fue "insistir en la necesidad de un acuerdo escrito formal, siguiendo la moda de los círculos diplomáticos occidentales".
"Un entendimiento informal habría sido mucho más apropiado en el contexto cultural chino", afirmó.
El Vaticano y China firmaron en septiembre de 2018 un acuerdo para el nombramiento de obispos, cuyos términos no han sido publicados y que ha tenido como uno de sus principales críticos al Cardenal Joseph Zen Ze-Kiun, Obispo Emérito de Hong Kong.
En opinión del Cardenal Zen, con el acuerdo "el Vaticano está vendiendo a la Iglesia Católica en China".
El acuerdo se renovó en octubre de 2020 y luego en octubre de 2022, por dos años más.
En la rueda de prensa que ofreció el 25 de septiembre de 2018, el Papa Francisco dijo que él es el último responsable del acuerdo.
Mosher recuerda en su publicación que, "cuando se firmó el Acuerdo China-Vaticano, el Cardenal Zen cuestionó que la autoridad para nombrar obispos haya sido cedida al Partido Comunista Chino".
"El Partido Comunista Chino pretendía que el acuerdo en sí sirviera como una herramienta para obligar a los obispos y al clero de la Iglesia clandestina a unirse a la Asociación Patriótica; y ahora es evidente que también ha servido como cubierta para intensificar la persecución a la Iglesia Católica en su conjunto", explicó.
Durante años y a causa de la persecución, en China ha existido una Iglesia clandestina, fiel a Roma; y una facción controlada por el Partido Comunista Chino, la Asociación Patriótica Católica China.
"No es el mejor acuerdo posible"
En una reciente entrevista concedida a EWTN News, el Arzobispo Richard Paul Gallagher, Secretario para las Relaciones con los Estados del Vaticano, indicó que el acuerdo con China fue el resultado de una "negociación de unos 30 años", que se dio "bajo tres pontificados".
En ese proceso, en el que Mons. Gallagher no participó directamente, "el objetivo era conseguir el mejor acuerdo posible, y ciertamente este acuerdo no es el mejor acuerdo posible".
Esto, precisó, porque los representantes del gobierno chino "sólo estaban dispuestos a llegar hasta cierto punto y a aceptar ciertas cosas. Pero eso era lo que era posible en aquel momento".
"Como el Cardenal Parolin ha dicho varias veces, realmente no era un buen momento para firmar el acuerdo, por varias razones. Siempre iba a ser difícil; siempre iba a ser utilizado por el partido (comunista) chino para ejercer más presión sobre la comunidad católica, en particular sobre la llamada Iglesia clandestina. Así que seguimos adelante", indicó el Prelado inglés.
Tras recordar que con el acuerdo ya se han nombrado algunos obispos, el Arzobispo destacó que, "obviamente, el acuerdo podría funcionar mejor. Y de hecho, estamos negociando mejoras en el acuerdo, y eso es un trabajo en proceso. Pero seguimos comprometidos en llevar adelante ese diálogo".
Los problemas de un "acuerdo secreto"
Para Mosher, uno de los problemas de que los términos del acuerdo no se hayan hecho públicos, es que puede afectar finalmente a los fieles chinos.
"Un acuerdo secreto mantiene a los católicos en China y en todo el mundo en la oscuridad sobre cualquier compromiso que el Vaticano haya firmado. Peor aún, también permite a las autoridades comunistas tergiversar el acuerdo ante los fieles chinos en cualquier forma que elijan", lamentó el experto.
"Si el Vaticano creía en la confiabilidad de los funcionarios comunistas chinos, está totalmente equivocado. Beijing ha firmado muchos acuerdos a lo largo de los años –acuerdos cuyos términos son conocidos públicamente– solo para violarlos antes de que se seque la tinta en el papel", denunció Mosher.
En su opinión, el acuerdo "ha beneficiado al Partido-Estado chino, que lo ha utilizado para afirmar su control sobre la 'Iglesia Clandestina' en China".
"Las autoridades le dicen a los fieles que el mismo Papa ha reconocido a la Asociación Patriótica Católica China dirigida por los comunistas, y que todos y cada uno de los 12 millones de católicos de China deben adorar solo en sus iglesias", acotó.
Ha permitido también, agregó, "que el Partido Comunista Chino intensifique enormemente su ataque contra la 'Iglesia Clandestina', utilizando la autoridad prestada del propio Vaticano como un arma de asalto ideológico".
Mosher recuerda luego que "el Partido sólo permite la existencia de organizaciones religiosas que sirvan, en efecto, como una extensión del Partido".
En ese sentido, "cualquier grupo religioso que no enseñe el socialismo y la línea del Partido, y no enseñe a sus miembros a amar al Partido y el socialismo es una religión 'retrógrada' que se dedica a 'actividades religiosas ilegales' y debe ser erradicada".
Por ello, concluye, "la Iglesia sufriente en China necesita nuestras oraciones ahora más que nunca".