Cada 16 de marzo, la Iglesia Católica celebra a San José Gabriel del Rosario Brochero, más conocido como "Cura Brochero", el primer santo que nació, vivió y murió en Argentina.
Nació en 1840 en el paraje "Carreta Quemada" de la provincia de Córdoba, en una familia de 10 hermanos, hijos del matrimonio de Ignacio Brochero con Petrona Dávila.
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De pequeño, José Gabriel le confesó a su mamá que quería "ser como el cura", refiriéndose al párroco del lugar, Adolfo Villafañe, quien a sus 16 años lo ayudó a ingresar al seminario.
Recibió la ordenación sacerdotal el 4 de noviembre de 1866 y su pastoral siempre estuvo dedicada a los pobres, los enfermos y los más necesitados de la gracia de Dios.
Pero también se dedicó a las obras que los pobladores necesitaban en cada lugar al que iba. Fue "un prócer que se puso la patria al hombro", aseguró en una oportunidad Mons. Santiago Olivera, promotor de la causa de canonización de Brochero y hoy delegado episcopal para las Causas de los Santos en Argentina.
Sobre el lomo de su mula Malacara, el sacerdote recorrió una y otra vez las sierras cordobesas llevando la ayuda espiritual, los sacramentos y también una mano para la construcción de la patria.
Construyó numerosas iglesias, escuelas, instaló el correo, hizo caminos y hasta un acueducto para que la población de lo que hoy se llama Villa Cura Brochero contara con agua.
Un artículo periodístico cordobés que data de 1887, recopilado por Liliana de Denaro, lo describe así: "Es un hombre de carne y huesos: dice Misa, confiesa, ayuda a bien morir, bautiza, consagra la unión matrimonial, etc. Y sin embargo es una excepción: practica el Evangelio".
"¿Falta un carpintero? Es carpintero. ¿Falta un peón? Es un peón. Se arremanga la sotana en donde quiera, toma la pala o la azada y abre un camino público en 15 días, ayudado por sus feligreses. ¿Falta todo? ¡Pues él es todo! Y lo hace todo con la sonrisa en los labios y la satisfacción en el alma, para mayor gloria de Dios y beneficio de los hombres, y todo sale bien hecho porque es hecho a conciencia", afirma De Denaro.
También construyó una casa de ejercicios espirituales y fue un gran promotor de ellos. Se estima que pasaron por allí más de 40.000 personas, entre ellas bandidos, rebeldes y delincuentes. El principal propósito del cura era salvar almas para Cristo, y con ese objetivo se adentraba en las sierras para buscar a los que habían perdido el rumbo.
El "Cura Gaucho", apodado así por su vestimenta de sombrero y poncho, estuvo siempre cerca de la gente, en especial de los más necesitados, los pobres y los enfermos. Asistiendo a los leprosos, se contagió de la enfermedad por compartir el mate.
Mantuvo una enorme devoción por la Santísima Virgen, a quien llamaba "Mi Purísima", y una gran fidelidad a la Eucaristía, que celebró de memoria hasta sus últimos días, ya que había perdido la visión.
Falleció el 26 de enero de 1914 a los 74 años de edad, dejando un legado inconmensurable en la Iglesia en Argentina y un ejemplo de vocación sacerdotal, que lo convirtió en el patrono del clero.