La fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) presentó el informe "Nigeria: A Bleeding Wound" (Nigeria: una herida sangrante), que presenta 26 testimonios de cristianos perseguidos por el extremismo islámico.
Las crudas historias se recogieron en las ciudades nigerianas de Maiduguri, Makurdi y Owo.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
La fundación pontificia señala que, debido a que los diferentes informes sobre la violencia en el país tienen cifras variables y difíciles de verificar, optaron por "poner rostro y voz a los muchos hermanos y hermanas en la fe que han sido víctimas".
Estas historias de decenas de viudas, huérfanos, ancianos, jóvenes, niños y sacerdotes, precisa la fundación, "son impensables, pero ciertas".
Víctimas de Boko Haram
El grupo terrorista Boko Haram, de carácter fundamentalista islámico, ha atacado, secuestrado y asesinado cristianos por más de 20 años. Lo propio ha hecho la facción yihadista Provincia de África Occidental del Estado Islámico (ISWAP) desde el 2015.
Uno de los muchos cristianos afectados por estos terroristas fue James John Maidugu, de 56 años, quien se mudó con su esposa e hijos a la ciudad de Baga, cerca del lago Chad. Este hombre había huido del estado de Adamawa debido al embate de Boko Haram.
En la mañana del 3 de enero de 2015, el grupo terrorista invadió su aldea y quemó las viviendas, tiendas y otras propiedades.
"Se acercaron a mi casa y prendieron fuego a las casas de mis vecinos. Escuché a la gente gritar pidiendo ayuda, pero no había nada que pudiera hacer. Cerré los ojos y dije: 'Señor, por favor, ten piedad de mi familia y de mí', pensando que la siguiente casa que se incendiaría sería mía", narró.
Maidugu tenía los ojos cerrados y, sorpresivamente, su hogar fue el único que no fue reducido a cenizas. Los terroristas, sin ninguna razón aparente, abandonaron el lugar.
"Cuando se fueron, salí corriendo y escaneé el área, sabiendo que amigos, parientes y vecinos habían sido quemados vivos. Luego volví y miré mi casa, que todavía estaba en pie. Pueden imaginar mis sentimientos, al ver que todos los que nos rodeaban se habían ido", lamentó.
La familia Maidugu fue más tarde recibida por el Obispo de Maiduguri, quien les ofreció un lugar para quedarse.
Otro testimonio es el de Janada Marcus y su familia, quienes ya habían escapado ilesos de dos ataques de Boko Haram, pero en una tercera ocasión, tras haberse mudado a la ciudad de Maiduguri, su casa fue incendiada y muchos de sus familiares fueron asesinados, incluido su padre.
Marcus describió a ACN cómo Boko Haram casi destruye su vida.
El 20 de octubre de 2018, ella y sus familiares estaban en una finca, trabajando la tierra y cantando canciones católicas para levantar el ánimo, cuando de repente fueron rodeados por Boko Haram.
Los terroristas apuntaron con un machete a su padre y le dijeron que liberarían a todos si es que tenía sexo con su propia hija.
"Mi padre agachó la cabeza en señal de sumisión para ser asesinado y respondió: 'No puedo dormir con mi propia carne y sangre, mi propia hija, prefiero morir antes que cometer esta abominación'", relató Marcus.
"Al escuchar esto, uno de los hombres sacó un machete y le cortó la cabeza a mi padre, justo en frente de nosotros. El dolor que sentí en ese momento era insoportable", agregó.
La mujer cristiana sobrevivió al ataque, pero en ese momento deseaba morir.
El 9 de noviembre de 2020, ella fue sorprendida nuevamente por Boko Haram. La capturaron y la torturaron emocional, física y mentalmente durante seis días.
"Sufrí muchas experiencias terribles y perversas, más allá de toda explicación, que hicieron que esos seis días parecieran seis años. El 15 de noviembre de 2020 fui puesta en libertad. Regresé y pasé unos días con mi madre. Luego me llevó al Centro de Trauma operado por la Diócesis de Maiduguri", narró.
Víctimas de los fulani
ACN indica que el conflicto de los pastores fulani "es probablemente el más grave para Nigeria en estos momentos, ya que deja más muertos que los provocados por Boko Haram en los últimos años".
Los pastores fulani, predominantemente musulmanes, han fomentado, durante cientos de años, el avance del islam en África Occidental y provocado el miedo de los cristianos hasta hoy.
Actualmente existen entre 12 y 16 millones de fulani en Nigeria (constituyen entre el 6% y 8% de la población).
ACN asegura que "estos han invadido las tierras de agricultores predominantemente cristianos, asesinando, violando y dañando, y devastando pueblos y ciudades, y al hacerlo, provocando una partida de cristianos en masa que ven peligrar su vida y viviendas".
Una de las tantas víctimas de este grupo es el P. Bako Francis Awesuhm, un sacerdote católico de 37 años que trabajaba en la parroquia de San Juan Pablo II de Gadanaji, poblado ubicado en el estado de Kaduna.
A él lo capturó un grupo de pastores fulani, acusados de asesinar agricultores cristianos a lo largo del cinturón medio nigeriano.
El 16 de mayo de 2021, cerca de las 11:00 p.m. (hora local), los pastores –a quienes reconoció por sus vestimentas y lenguaje– entraron a la fuerza a la casa parroquial, lo empujaron al suelo y luego lo ataron y azotaron desnudo.
"Junto con 10 de mis feligreses fuimos secuestrados. Caminamos durante tres días en el monte sin comida ni agua, siendo alimentados solo con mangos. Estábamos hambrientos, cansados, débiles, nos dolían mucho las piernas y teníamos los pies hinchados mientras caminábamos descalzos. Llovió el segundo y tercer día, pero teníamos que seguir adelante", narró.
El tercer día, indicó el P. Awesuhm, llegaron a un campamento en el bosque, donde permanecieron durante un mes y cinco días.
"No se nos permitió bañarnos durante nuestro cautiverio. Teníamos que orinar y defecar en la choza. Olíamos a cadáveres y la choza olía a morgue", lamentó el presbítero.
Según el P. Awesuhm, el grupo fue torturado y amenazado de muerte si no se pagaba un rescate de 50 millones de nairas (unos 120.000 dólares).
"Se hizo un llamado a nuestras familias para que paguen el rescate a cambio de nuestras vidas. Nuestras familias suplicaron y negociaron con nuestros secuestradores, hasta que finalmente aceptaron la suma de siete millones de nairas (17.000 dólares)", agregó.
El sacerdote explica que tres feligreses trataron de liberarlos de los secuestradores, pero fueron asesinados a sangre fría en el intento.
"¡Fue muy doloroso! ¡En este punto, me sentí impotente, sin esperanza, inútil e inquieto! Anhelaba urgentemente que la muerte me llevara, mientras la escena de los asesinatos seguía jugando en mi cabeza. No podía orar por el shock en el que estaba. Cada vez que abría la boca para orar, las palabras me fallaban. Todo lo que pude decir fue 'Señor, ten piedad'", continuó.
El P. Awesuhm indicó que, finalmente, sus familias pudieron pagar el rescate y los liberaron.
"Escapé por poco de la muerte. Sé de tantos sacerdotes secuestrados antes y después de mí que fueron asesinados incluso después de pagar un rescate", lamentó.
El sacerdote católico aseguró que, tras este evento, quedó traumatizado y tuvo que someterse a tratamiento psicológico y consejería.
"Hoy sigo escondido, por razones de seguridad, y para recuperarme por completo. El amor que recibí y experimenté de mi familia, amigos, y especialmente de la Iglesia, fue enorme", afirmó.
Según el presbítero, "los ataques de fulani se han vuelto muy comunes en el estado de Kaduna. Por lo tanto, hago un llamado a la comunidad internacional para que venga a rescatarnos".