El Obispo de Córdoba (España), Mons. Demetrio Fernández, aborda en su carta dominical el inicio del tiempo litúrgico de Cuaresma y recuerda que "la vida cristiana es penitencia por nuestros desvíos, sí, pero es sobre todo fiesta, porque Dios está dispuesto siempre a renovarnos".
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Con la premisa de que "la perspectiva de la Cuaresma es la Pascua", Mons. Fernández presenta el tiempo litúrgico, que comenzará el miércoles 22 de febrero, como una preparación para los 50 días de la Pascua hasta Pentecostés.
El Prelado desgrana algunas características del ayuno, la oración y la limosna, "pautas de este camino catecumenal hacia la Pascua".
En su carta explica que con el ayuno "se nos invita a privarnos de aquello que nos estorba", porque "necesitamos desintoxicarnos con las lágrimas del ayuno", así como "austeridad de vida y actuar en contra de nuestros vicios".
Luego, señala que con la oración se alienta al cristiano a "estar más con Dios", que quiere "configurarnos con su Hijo único, Jesucristo. Y esto lleva trato de amistad frecuente, abundante".
La oración es necesaria "para plantear nuestra vida desde Dios y ver nuestra historia y los acontecimientos que nos rodean con los ojos de Dios", detalla el Obispo de Córdoba.
Respecto de la limosna, Mons. Fernández predica que es "la apertura del corazón a los demás, a los hermanos de cerca y a los de lejos", porque "con facilidad nos blindamos en nosotros mismos y en nuestros egoísmos".
Por eso, el Prelado invita a "dejarnos impactar por las pobrezas ajenas" como un camino que "interpela nuestra riqueza, nuestros gustos y caprichos".
Mons. Fernández recuerda al final que la Cuaresma "es tiempo de caridad, de solidaridad, de acercarnos a los que sufren y de compartir sus vidas y sus sufrimientos".
"Es tiempo de hacer limosna, de rebajar nuestra cuenta corriente, de apretarnos el cinturón", concluye.