El Arzobispo de Miami (Estados Unidos), Mons. Thomas Wenski, anunció que recibirán con los brazos abiertos a los sacerdotes y seminaristas que fueron desterrados por la dictadura en Nicaragua, ofreciéndoles alojamiento a largo plazo.
El Prelado explicó al periódico Florida Catholic que si bien al comienzo serán acogidos por familias nicaragüenses que radican en el país, luego pasarán de forma permanente al seminario universitario St. John Vianney, en Miami.
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"Les ofrezco la hospitalidad del seminario, así como la oportunidad de aclimatarse, aculturarse y ver cuáles serían los próximos pasos después de eso", señaló al medio católico el 11 de febrero.
Asimismo, Mons. Wenski indicó que los presbíteros podrán tomar "clases intensivas de inglés" mientras llevan a cabo sus trámites migratorios.
El Arzobispo de Miami aseguró que, aunque le gustaría que todos permanezcan en su jurisdicción, ha "escuchado de algunos obispos que necesitan sacerdotes de habla hispana" y "que estarán felices de ayudarlos".
Los sacerdotes y seminaristas llegaron el domingo 12 de febrero a Washington D.C., la capital estadounidense, tras ser desterrados por el dictador nicaragüense Daniel Ortega, que los acusó de traición a la patria y les suspendió sus derechos ciudadanos a perpetuidad.
Ellos formaban parte del grupo de 222 presos políticos deportados tres días antes por el régimen de Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo.
A su llegada a Estados Unidos, los sacerdotes celebraron una Misa en la parroquia San Marcos Evangelista, en Maryland, en la que pidieron seguir rezando por las familias en Nicaragua y por Mons. Rolando Álvarez, Obispo de Matagalpa, sentenciado a 26 años de cárcel por la dictadura.
"El Señor le está dando esa fuerza y valentía para seguir proclamando el Evangelio allí, en esas circunstancias", dijo el celebrante, P. Reynaldo Tijerino Chávez.
Por su parte, el P. Sadiel Eugarrios Cano, quien pronunció la homilía, aseguró que "los más de 200 nicaragüenses que hemos venido a este país, venimos con mucha incertidumbre, a buscar refugio en las familias, en la gente buena que nos ha recibido".
"Lastimosamente el mal se ha apoderado de algunos corazones que necesitan conversión y debemos orar por la salvación de las almas, no por la condenación", recordó.
El P. Eugarrios subrayó que "no hay que tener miedo", sino "dar testimonio de nuestro Bautismo".
En el grupo de deportados están los sacerdotes Oscar Benavidez Dávila (50), párroco de la parroquia Espíritu Santo en Molokukú; Ramiro Reynaldo Tijerino Chávez (50), rector de la Universidad Juan Pablo II; Sadiel Antonio Eugarrios Cano (35), exvicario de la Catedral de Matagalpa; y José Luis Díaz Cruz (33), que fue vicario de la Catedral de Matagalpa.
A ellos se suma el diácono Raúl Antonio Vega González (27); y los seminaristas Darvin Esteylin Leiva Mendoza (19) y Melkin Antonio Centeno Sequeira (23).
"Los violentos ya han perdido"
Mons. Silvio José Báez, obispo nicaragüense exiliado en Miami (Estados Unidos), celebró el fin de semana una Misa en la que criticó duramente a la dictadura de Ortega.
"Atentar contra la libertad, denigrar su dignidad con falsedades, ensañarse con rabia para humillarlas, tratarlas con crueldad y condenarlas injustamente, son acciones homicidas, son auténticos crímenes", dijo Mons. Báez durante la homilía pronunciada el 12 de febrero en la Iglesia Santa Agatha, en Miami.
El Prelado subrayó que "son criminales quienes llevan a la cárcel a personas justas y quienes destierran a los ciudadanos de su propio país".
"Estos actos abominables, no son solo caprichos de gente desquiciada, irregularidades jurídicas o incumplimiento de normas internacionales. No. Ofender con rabia, difamar por venganza, encarcelar injustamente, torturar con saña y condenar al destierro son auténticos crímenes y quienes actúan de este modo son criminales, que deberán comparecer ante la justicia tarde o temprano", sostuvo
Mons. Báez recordó que las autoridades del régimen nicaragüense "no se están mostrando fuertes", sino que exponen "su debilidad y su miedo".
"Los violentos ya han perdido, pierden siempre, pues toda victoria obtenida violentamente equivale a una derrota", dijo.
Y agregó: "Dañando a las personas, se dañan a sí mismos; condenando a inocentes, se condenan a sí mismos; robando libertades a los pueblos, se vuelven los esclavos más desgraciados".