El Obispo de Córdoba (España), Mons. Demetrio Fernández, reflexiona en su carta pastoral de este domingo sobre la colaboración que los cristianos pueden hacer a favor de Manos Unidas, y concluye: "Si la limosna no lleva consigo alguna privación, apenas tiene valor".
Mons. Fernández felicita la labor de Manos Unidas "en el cruce de caminos y objetivos del Tercer Milenio, de la Agenda 2030", tendiendo puentes "con una clara identidad católica, es decir, poniendo en el centro de sus intereses la persona humana como imagen de Dios".
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Esto implica respetar y promover su dignidad humana, buscar siempre su bien integral y estar abiertos a su dimensión trascendente.
Con ese espíritu, el obispo recuerda que "las ayudas buscan el bien de los destinatarios, no el bien de los donantes", pues se trata de "ser generosos dando de lo propio y dándolo a fondo perdido".
"Los donativos cristianos brotan de la generosidad de un corazón solidario y fraterno, que se compadece de las necesidades de sus hermanos, aunque no los conozca, y da a los demás no sólo de lo que le sobra, sino incluso de lo necesario", prosigue el Prelado.
"Y lo hace ayunando, privándose de algo", destaca el Obispo de Córdoba.
Esta invitación al "ayuno" se justifica en que "si la limosna no lleva consigo alguna privación, apenas tiene valor. De esta manera, al valor bruto del euro que entregamos se añade el valor espiritual del sacrificio que ofrecemos", explica Mons. Fernández.
"Sin sacrificio no hay redención. La solidaridad que se establece no es fruto solamente de un equilibrio económico y de cifras, sino de un amor ofrecido en el donante y de un amor agradecido en el destinatario", incide el Prelado.